¿Cuál es la contraseña para obtener todo el poder de Jesús?


Publicado en "Líder Juvenil"
www.liderjuvenil.com

“¡En el nombre de Jesús reclamo…!” “¡Te ordeno en el nombre de Cristo…!”. Frases como esta parecen ser el símbolo de una iglesia triunfadora y llena de poder del Señor. Es como que si para acceder al poderío de Cristo deberíamos utilizar frases plenas de seguridad y hasta un poco de arrogancia, reflejando la autoridad que poseemos los hijos del Rey. Si hemos de ser honestos, todos en algún momento quisiéramos poseer esta capacidad para echar mano de la infinita potencia de Dios para transformar una indeseada y complicada realidad. En esta ocasión quisiera llevarte a evaluar, reconsiderar e incluso a desvirtuar varias de esas “claves secretas” comúnmente utilizadas para poner al alcance del creyente común el poder de Jesús.

El Nombre de Jesús
            Todos sabemos que el Nombre de Jesús es poderoso. Jesús mismo prometió que “en mi nombre echarán fuera demonios” y otros milagros. Es más, ¿quién no sabe que la oración debe hacerse “en el nombre de Jesús? ¿No es, entonces, el “nombre de Jesús” una contraseña segura para acceder al poder de Cristo? Considera las siguientes observaciones:
Primero, en la cultura judía, el “nombre” era más que solo una manera de llamar a las personas. El nombre significaba la persona misma. Así, por ejemplo, cuando el Antiguo Testamento nos llama a “bendecir el nombre de Jehová” (Sal. 96:2), a “invocar su nombre” (Sal. 116:4) o a “engrandecer el nombre de Jehová” (1 Cr. 17:24), simplemente nos está invitando a hacer esas actividades con Dios mismo; no con su “nombre”. En otras palabras, invocar el “nombre del Señor” significa, sencillamente, invocar al Señor y “engrandecer su nombre”, significa engrandecerlo a Él.
Segundo, cuando Jesús afirmó que había que orar “en su nombre” (Jn. 14:14; 16:24) o que los creyentes “en mi nombre echarán fuera demonios” o incluso, cuando el Nuevo Testamento dice que “en el nombre de Jesús se doble toda rodilla” (Fil 2:10), lo hace pensando en la persona de Jesús mismo y no tanto en las cinco letras (J-E-S-U-S) de su nombre. Así, entonces, orar “en el nombre de Jesús” no significa solo repetir el nombre como una especie de rezo mágico que va a desatar las bendiciones de lo alto. Significa orar sabiendo que somos representantes de Aquel que es digno de toda honra. Es como orar como que si Jesús mismo estuviera orando. Asimismo, cuando toda rodilla se doble ante el nombre de Jesús, no significa que se arrodillarán ante un gigantesco cartel que en letras luminosas anuncie un nombre, sino que todas las criaturas del universo reconocerán la majestad y superioridad de la persona de Jesús. Quiere decir, entonces, que el nombre de Jesús no es una contraseña para acceder a su poder, sino que representa al mismo Salvador y Señor.

La sangre de Jesús
             Una frase muy popular en las iglesias de hoy, sobre todo en medio de tanta inseguridad, es “que la sangre de Cristo nos cubra”. La sangre de Cristo es una de las “contraseñas” más habituales, y supuestamente más efectivas, para acceder al poder del Señor. Sin embargo, considera lo siguiente:
            Primero, la sangre de Jesús es sangre regular como la de cualquier ser humano. “¿Cómo puedes decir eso?”, quizá dirían algunos de ustedes. Pues sí. Si no fuera sangre común y corriente, entonces el sacrificio de Jesús no hubiese sido el de un auténtico ser humano y, según Anselmo, el famoso teólogo medieval, no sería posible aplicar los méritos de ese sacrificio a seres humanos. Si de alguna manera obtuviéramos un poco de sangre auténtica de Cristo, no tendríamos una fuente de poder mágico. Simplemente sería sangre humana. El poder de la sangre de Cristo (Heb. 9:14; 1 Jn. 1:7) no está en la sangre como elemento físico.
            Segundo, cuando la Biblia habla de la sangre de Jesús está usando una figura literaria que se llama “metonimia”, que consiste en referirse al material de lo que está hecho algo para referirse a ese algo. Por ejemplo, cuando decimos que “el púlpito evangélico debe mejorar” no estamos pensando en el púlpito como mueble físico de madera o vidrio, sino a la predicación en las iglesias locales. De la misma forma, “la sangre de Cristo” en realidad se refiere a la muerte sacrificial de Jesús. Cuando el Nuevo Testamento dice que la sangre de Cristo nos justifica (Rom. 5:9), nos purificará (Heb. 9:14), que nos da acceso al Padre (Heb. 10:19) o que nos limpia de todo pecado (1 Jn. 1:7) se refiere al poder purificador y redentor de la obra espiritual efectuada cuando Jesús murió en la cruz por nosotros. En este sentido, no se puede acceder a los méritos del sacrificio de Jesús repitiendo “la sangre de Jesús nos cubra” o algo así, como si fuera una frase cabalística como “abracadabra”. Por lo tanto, podemos decir que ésta tampoco es una contraseña secreta para desatar el poder del Señor.

Los medios verdaderos
            Técnicamente, no hay “contraseñas” o claves secretas para alcanzar el poder de Cristo. La Biblia habla acerca de al menos cuatro hechos acerca del poder divino:
Primero, el poder es de Dios y no está a la venta o en subasta y no es sujeto de manipulación al antojo de nadie. Solo Él es digno “de recibir la gloria, la honra y el poder” (Ap. 4:11) y su poder es infinito (Sal. 89:8). Simón el mago quiso comprar parte de ese poder y Pedro le respondió “que tu dinero perezca contigo”.
Segundo, a la vez, la Palabra de Dios afirma que Dios ha decidido compartir parte de su poder. Por ejemplo, el evangelio –las buenas nuevas de salvación– es poder de Dios (Rom. 1:16) y Dios, usando distintos medios, capacitó con poder a Sansón y otros líderes para hacer portentos y hacer cumplir la Voluntad Soberana del Señor. A la vez, los cristianos hemos recibido poder para testificar a todas las naciones acerca de Jesús y la salvación (Hch. 1:8).
Tercero, el poder de Jesús no fue compartido con nosotros para hiciéramos una especie de circo mediático espectacular y sobrenatural. Aunque nuestro Dios sigue haciendo milagros y maravillas, la Biblia dice que ese poder nos acompaña: 1) Para predicar y autenticar el evangelio (Hch. 1:8; 4:3; Rom. 15:19); 2) Para vivir fortalecidos en la santidad (Col. 1:10-11); 3) Para soportar los sufrimientos y dificultades (Fil. 4:13; 2 Cor. 12:9; Fil. 3:10).
Cuarto, en último caso, la forma adecuada de recibir el poder de Jesús es poniendo  nuestra fe y confianza en el sacrificio de Jesús y depender de los méritos de esa obra redentora a nuestro favor. Este acto se efectúa de manera decisiva en el momento de la salvación, pero debe ser experimentado también en el día a día del creyente. Por eso, en lugar de buscar claves secretas para obtener el poder del Señor, celebra que el poder de su sangre (es decir, su sacrificio) y de su Nombre (es decir, la persona de Jesús) ya están en tu vida, si eres un hijo de Dios. Luego, comienza a experimentar ese poder a través de tu testimonio de Cristo a otras personas, de identificar la bondad y la gracia del Señor en tu vida cotidiana y de depender del Señor a la hora de tomar decisiones diarias, pequeñas o grandes. ¡Así accederás al infinito poder del Señor!

¡El pueblo de Dios enfrentado con Dios! (Miqueas capítulo 2)

Publicado en "El Encuentro con Dios"
Unión Bíblica

¿Pueblo de Dios enemigo de Dios? Parece una falsedad o al menos una exageración. Es que cada vez es más común entre los cristianos de hoy pensar que por ser hijos de Dios, el éxito es seguro en todo momento. Sin embargo, el pasaje de este día describe las condiciones en las que el pueblo de Dios se coloca a sí mismo como auténtico adversario del Señor.
            Miqueas es muy específico en cuanto a la naturaleza de los pecados del pueblo. Tanto, que parece que estas palabras provienen de algún noticiero de nuestros países. La codicia, la corrupción, la violencia, el latifundio y la opresión contra los pobres y desposeídos son parte de una vergonzosa galería de impiedades que ocurrían en el seno de “mi pueblo”. La verdad es que, muchas veces, estos pecados son percibidos solo como consecuencia natural del sistema económico o político en que se vive. Otras veces se exhorta a los creyentes a callar o ser indiferentes frente a esta “realidad inevitable de la vida”. Sin embargo, el mensaje del profeta es explícito en el sentido de que, así como estos malvados “piensan” y planean cómo aprovecharse del prójimo (v. 1), así el Señor de los cielos “piensa” y planea cómo será el castigo terrible por los abusos contra sus hermanos (v. 3). El castigo será tan ejemplar que las futuras generaciones se burlarán de ellos por haberse enfrentado al Poderoso Dios (v. 4). La sentencia es terrible, pero justa.
La reacción de muchos es casi igualmente vergonzosa como los pecados mismos. Dicen que si son parte del pueblo escogido, Dios no puede estar en su contra (v. 7). A pesar de ello, el Señor mismo afirma que ellos se han colocado como sus enemigos (v. 8). Sus falsos profetas, que predican lo que a ellos les gusta no los salvarán. ¡Qué terrible! ¡El pueblo escogido de Dios se porta como enemigo! Dios traerá restauración en un día glorioso, pero después de pasar por el justo castigo del Señor. ¡Solo algunos se librarán de ese terrible juicio divino! ¡Qué horror es verse enfrentado a Dios por la codicia!
Aplica
¿Cómo tratas a los más pobres que tú? ¿Eres culpable de estos terribles pecados en contra del prójimo? ¿Debes arrepentirte de estos u otros pecados?

Señor, prometo que mi caminar contigo será evidente en mis relaciones de justicia y misericordia para con el prójimo. Así mostraré que soy parte de tus fieles.

Un libro "valioso": "Valor para vivir los valores" de Jorge Yarce

Me acabo de encontrar en Scribd este libro muy utilizado para enseñar el tema de los valores. Siendo que estamos en una época en la que se habla de una "crisis de valores", este aporte me parece muy oportuno para líderes de jóvenes, maestros, padres y todo aquel que desea saber más acerca de los valores que mueven y dirigen nuestras decisiones diarias. ¡Buen provecho con la lectura!



Valor para vivir los valores by valegrajales

La verdadera tragedia

Publicado en el libro 
"El Encuentro con Dios", 2013 

1 Yo soy Miqueas de Moréset. Dios me comunicó lo que pensaba hacer contra las ciudades de Samaria y Jerusalén. Esto sucedió cuando Jotán, Ahaz y Ezequías eran reyes de Judá. Esto es lo que Dios me dijo: 2 «¡Escúchenme bien, pueblos todos de la tierra! ¡Préstenme atención, habitantes de este país! Yo soy el Dios de Israel y desde mi santo templo voy a denunciar sus maldades. 3 »Ya estoy por salir y destruiré los pequeños templos que han construido en los cerros de este país. 4 »Cuando ponga mis pies sobre las montañas, ellas se derretirán como la cera en el fuego, y los valles se partirán en dos, como se parten las montañas cuando los ríos bajan por ellas. 5 »Todo esto sucederá por la rebeldía de los israelitas, pues ya son muchos sus pecados. Los de Israel pecaron en la ciudad de Samaria; los de Judá adoraron a otros dioses en la ciudad de Jerusalén. 6 Por eso convertiré a Samaria en un montón de ruinas; esparciré sus piedras por el valle y la dejaré al descubierto. ¡Sólo servirá para plantar viñedos! 7 »Por eso haré pedazos todos los ídolos de Samaria. Los hicieron con las monedas que ganaron las prostitutas; ¡pues yo los fundiré en el fuego y en monedas los convertiré de nuevo!» 8 Entonces yo dije: «Samaria y mi pueblo Judá han sido heridos de muerte. La muerte también amenaza a Jerusalén, capital de Judá. »Por eso lloro y estoy triste; por eso ando desnudo y descalzo; por eso chillo como avestruz, por eso lanzo aullidos como chacal. 10 »Pero no se pongan a llorar ni digan nada a los de Gat. Más bien retuérzanse de dolor en ese pueblo polvoriento que se llama Polvareda. 11 »Ustedes, habitantes de Bellavista, serán llevados como esclavos; avanzarán desnudos y avergonzados. Habrá lágrimas en el pueblo vecino, pero los habitantes de Zaanán no saldrán en su ayuda. 12 Los habitantes del pueblo de Amargura se quedarán esperando ayuda, pero Dios enviará la desgracia hasta la entrada misma de Jerusalén. 13 »Ustedes, habitantes de Laquis, ¡enganchen sus caballos a los carros! Fue en la ciudad de ustedes donde todos nuestros males comenzaron. Allí pecaron los israelitas, y allí pecaron los de Jerusalén. 14 Por eso tendrán que despedirse de su amado pueblo de Moréset-gat. Los reyes de Israel serán engañados en el pueblo llamado Trampa». 15 Y Dios dijo: «Contra ustedes, habitantes del pueblo llamado Conquista, voy a enviar un conquistador, y aun los israelitas más valientes huirán hasta la cueva de Adulam. 16 Habitantes de Jerusalén, ¡lloren y aféitense la barba!, ¡lloren y córtense el cabello hasta quedar calvos como un buitre! ¡Sus hijos queridos serán llevados a un país lejos de aquí!»  Miqueas 1 (Traducción en Lenguaje Actual)



Nuestros países viven a menudo catástrofes naturales debido a muchos factores. Así, huracanes, terremotos, inundaciones, accidentes de automóviles y otros hechos enlutan nuestras ciudades y pueblos. Por eso les llamamos tragedias, y cuando ocurren, todos los ciudadanos parecen ser sensibilizados por las necesidades y sufrimiento de las víctimas.
         Existe, sin embargo, una tragedia mucho más grande y que está llenando de luto, desesperanza y amargura nuestros hogares y nuestras ciudades: es el pecado. Este desastre hace mucho más daño que todos los huracanes y terremotos juntos. Arruina sueños, relaciones entre familiares y amigos, deforma la identidad de las sociedades y las personas. Así, nuestras ciudades son verdaderos refugios de crimen contra uno mismo, contra el prójimo y contra el ambiente. No obstante, es interesante y trágico que, a diferencia de los desastres naturales, tenemos la tendencia a minimizar o aun a ignorar los fatídicos efectos del pecado, la rebeldía y la desobediencia en general, y específicamente contra Dios.
En realidad, en último caso, la fuente de nuestra situación como raza humana es precisamente nuestra pecaminosidad. Por ello, cuando el Señor se refiere al pecado en su Santa Palabra lo hace con una nota de gravedad que debe calar hondo en las conciencias de todos aquellos que leemos estas solemnes palabras. Dios se revela saliendo de su santo templo, mostrando su arrasadora majestad y siendo un testigo formal contra las ciudades que han emprendido un estilo de vida idólatra, egoísta, hedonista e independiente del Señor de los cielos. ¡Qué grave es la rebeldía!
Al ser confrontados con nuestro pecado y las decisiones rebeldes y desobedientes que hemos tomado, la actitud más sensata es lamentarnos, arrepentirnos y hacer luto en humillación ante la santidad del Señor. Solamente si estamos dispuestos a gemir y retornar al buen camino podremos enfrentar adecuadamente las tragedias provocadas por el pecado. ¡Cuántas lágrimas! ¡Cuánto dolor! ¡Cuánta frustración provoca esta tragedia!
¿Cómo ves tu pecado? ¿Eres de los que se justifica o de los que llora por la rebelión contra Dios? ¿Cuál crees que debe ser tu actitud hoy ante tu pecado y sus consecuencias? 

Señor, hoy me humillo ante ti y me comprometo a abandonar mi trágica situación de pecado.

Sorprendido por un Dios asombroso


Publicado en la Revista Lider Juvenil
www.liderjuvenil.com


          Es normal para la mayoría de cristianos afirmar que tenemos un Dios infinito, poderoso, lleno de amor, misericordia y gracia. De hecho, muchas de las alabanzas que cantamos en la iglesia son, en buena medida, una colección algo desordenada y emotiva de adjetivos y calificativos dedicados al Señor, a veces con claridad y otras, no tanto. Sin embargo,muchas veces parece que el enfoque de la emoción es la adoración en sí y no tanto el Dios a quien se supone que dirigimos nuestra alabanza. De hecho, si hemos de ser honestos, en general parece que los cristianos estamos perdiendo nuestra capacidad de aprender cosas nuevas y emocionantes acerca de Nuestro Señor.
            Hace un tiempo, decidí enseñar a los jóvenes de mi iglesia en Honduras una serie de predicaciones acerca de la persona de Dios. Debo confesar que ya estaba preparando las viejas notas de Teología Propia que normalmente enseño a mis alumnos de Seminarios e Institutos bíblicos. Mi mente estaba más o menos preparada para repasar los argumentos de la existencia de Dios, los “atributos comunicables” y una buena explicación sobre la Trinidad, barnizada por conceptos filosóficos. Sin embargo, el Señor tenía otros planes para mí y para los jóvenes.
Partiendo de una extraña pero muy clara insatisfacción con el material que tenía, Dios me llevó a buscarlo a Él en la Biblia y no usar los, en otro momento, útiles mapas preconcebidos de la teología sistemática. Las dos figuras bíblicas que mencionaré a continuación son parte de ese emocionante, apasionante y sin duda sorprendente viaje a través de las páginas de la Escritura, a través del cual fui deslumbrado de nuevo por un Dios que es simplemente fascinante.
El Artista de la Creación. Quizá las películas sobre el Génesis o los dramas de la iglesia nos han motivado a imaginarnos a un Dios creadormuy serio y formal con una voz profunda al estiloDarthVader ordenando “¡hágase la luz!”. Sin embargo, mi sorpresa fue muy grande al leer los siguientes textos bíblicos en traducciones variadas: “Al ver Dios la belleza de la luz, la apartó de la oscuridad” (Gén. 1:4, TLA), “Mientras Dios admiraba tal belleza…” (Gén. 1:12-13, 18, 31, TLA), “…mientras cantaban a coro las estrellas matutinas y todos los ángeles gritaban de alegría?” (Job 38:7, NVI).
¡Vaya! Tratando de despojarme de toda preconcepción, el ambiente reflejado por estos textos no es el de una catedral seria y digna o el de un culto formal que tanto caracteriza a muchas de nuestras iglesias. El escenario es uno de alegre fiesta; de asombro inquieto y hasta de cierto regocijo infantil. Me pude imaginar al Señor creando el mundo y diciéndose “esto le va agradar a ellos… este toque les encantará”.Me imaginé a un Dios artista contemplando extasiado su obra y los ángeles alrededor vitoreando y siendo testigos privilegiados de una muestra del impresionante, poderoso y creativo amor de su Rey.
Al tratar de buscar las consabidas imágenes para la presentación audiovisual de mi predicación, las que mejor encajaron eran las de niños deleitándose en un alborozado caos artístico, riendo y jugando con pintura; experimentando con gran regocijo y buscando las mejores combinaciones de colores en un auténtico festival de creatividad. ¡Ese es mi Dios!
El enamorado traicionado por su pueblo.Lógicamente, para seguir aprendiendo acerca de un Dios admirable, el paso que seguía era ir a los profetas.Esperaba un poderoso mensaje de un majestuoso Dios airado ante el pecado de un pueblo de cabeza y corazón duros. Sin embargo, una nueva sorpresa me aguardaba. Aquí me topé de frente con el dolor de un Dios apasionadamente celoso. ¿Qué hace el Señor de los cielos cuando su pueblo le es infiel? Los profetas me respondieron con una fuerza dramática que yo no esperaba.
Por ejemplo, para echar en cara al pueblo su infidelidad, el Señor utiliza palabras poco “evangélicas” como las siguientes: “¿Cómo se atreven a decir que no han pecado ni han adorado a dioses falsos?… ¡Admitan todo lo que han hecho! Son como una burra en celo cuando anda en busca del macho: se pone a olfatear el viento, y en cuanto corre al monte nadie la puede frenar. Si el macho la busca, fácilmente la encuentra” (Jer. 2:23, TLA); “A todas las prostitutas se les paga; tú, en cambio, les pagas a tus amantes. Los sobornas para que vengan de todas partes a acostarse contigo” (Ez. 16:33, NVI).¡Qué palabras más trágicas, llenas de una triste mezcla entre resentimiento, desconsuelo y dolor! El leer esta figura incluso me hizo dudar que se pudiera enseñar en el santo ambiente de una iglesia, aunque al mismo tiempo, pensé en varios adolescentes que sin duda pondrían más atención que nunca.
A la vez, por supuesto, en los profetas hay creativos y justos anuncios de juicio, los cuales involucran destrucción incluso a través de los amantes del pueblo adúltero. Sin embargo, lo que sobresale no es Dios como vengativo juez satisfecho por castigar al pecador. En realidad, los abundantes reclamos y castigos parecen provenir de un corazón dolido y atormentado, que ansía la reconciliación: “Cuando yo te perdone por todo lo que has hecho, tú te acordarás de tu maldad y te avergonzarás…” (Ez. 16:63, NVI); “Cuando visita a sus amantes se pone joyas y les lleva regalos, pero a mí me tiene olvidado. Por eso la voy a castigar, pues ha adorado a dioses falsos. Yo soy el Dios de Israel, y les juro que así lo haré.A pesar de todo eso, llevaré a Israel al desierto, y allí, con mucho cariño, haré que se vuelva a enamorar de mí” (Os. 2:13-14, TLA). La pasión de Dios por su amado pueblo es tan grande que siente las profundas heridas cuando le somos infieles. Incluso el castigo justo tiene como propósito hacernos regresar a su lado. ¡Qué Dios tan asombrosamente apasionado el que nos presenta la Palabra!
El dolor de la traición amorosa y los celos son emociones que no son desconocidas para los jóvenes. Los rostros juveniles, sorprendidos como yo, parecían iluminarse al descubrir en la Biblia a un Dios amorosamente poderoso y casi vulnerable ante la deslealtad de su pueblo.
Qué aprendí. Primero, puedo decir que esta serie de predicaciones cambió para siempre mi percepción del Señor. Mi tiempo de oración y de comunión con Él ha sido más abierto. En muchos sentidos lo siento más cercano. Segundo, me recordó el privilegio de redescubrir al infinito Rey de reyes. Un Dios demasiado domesticado por ciertos criterios teológicos tarde o temprano termina siendo una caricatura hecha a nuestro gusto. Tercero, las figuras e ilustraciones bíblicas que buscan expresar lo inexpresable me ayudan a sorprenderme continuamente con nuevas dimensiones del Dios al que adoro y a quien sirvo. Desde entonces he descubierto nuevas ilustraciones bíblicas: el padre amoroso que busca acariciarnos (Deut. 1:30) o la madre que desea dar consuelo (Is. 66:13). Sin embargo, nunca voy a olvidar el día en el que Dios mismo me sorprendió con su admirable personalidad. ¡Gloria a su asombroso Nombre!

Objetivos ambiciosos, sin perder el realismo

Es muy difícil mantener un equilibrio adecuado entre ser atrevido a la hora de hacer objetivos y no olvidar las dificultades que se va a enfrentar. En esta ocasión, comparto la siguiente presentación acerca del tema. Espero que sea de ayuda para buscar los objetivos elevados, evitando ser fantasiosos.


 

¿Qué significa sacar un pasaje de su contexto?


Publicado en la Biblia para el Líder Juvenil



Dentro de un texto, cada oración o frase tiene una función que completa el sentido de ese escrito. Por ejemplo, si decimos “ya es demasiado tarde”, la frase implica un hilo que le brinda significado a la frase. Fuera del texto completo, esas palabras pierden buena parte de su sentido y puede ser usada para otros propósitos para los cuales fue pronunciada. A esas frases anteriores y posteriores que completan el sentido de una frase o palabra y al hilo de pensamiento que provee sentido a cada parte del escrito se le llama contexto.
            En pocas palabras, se puede decir que sacar un pasaje de contexto significa aislarlo de su función dentro del argumento del autor. Lo anterior tiene por lo menos tres implicaciones que deben tomarse en cuenta. La primera es que las palabras, frases y oraciones deben interpretarse a la luz de su significado dentro del texto. Por ejemplo, el famoso texto “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13) tiene un significado dentro de la enseñanza de Pablo acerca de estar preparado para vivir en abundancia así como en necesidad. Por lo tanto, ese versículo no se escribió para ser aplicado a desafíos físicos como los de los deportes extremos o a las metas de una organización. Su sentido lo da el contexto de adaptarse y soportar las carencias propias de su situación en prisión. De la misma forma, la frase “olvidando lo que queda atrás” (Fil. 3:13) no habla de triunfos pasados o de pecados que no deben ser recordados. El contexto le brinda el significado específico: “lo que queda atrás” son los privilegios religiosos o raciales que Pablo tenía (Fil 3:4-5) y que deben quedar atrás para seguir conociendo a Cristo y su poder. De nuevo, el contexto le da sentido a la frase.
            La segunda implicación es que el texto bíblico tiene valor como un mensaje unificado; no por las frases bonitas o sabias de una sección aislada. Esta es una de las tendencias en las iglesias de hoy. La Biblia es percibida como una linda colección de versículos o frases animadoras, profundas o ingeniosas. Así, la labor del predicador o líder es la de “descubrir” dónde están esas joyas espirituales. Por ello, es común que las personas marquen sus textos favoritos o los escriban en un diario. Sin embargo, a pesar de lo útil de esa costumbre, fácilmente nos podría llevar a olvidar que la Biblia es una historia; la más grande que se haya contado jamás. Cada sección, cada género, cada autor cuenta su parte de este relato único del amor y la gracia de Dios hacia una raza fracasada, pero amada y restaurada. Así, los errores cometidos y aun los pecados que registra la Revelación escrita tienen una función específica que es determinada por la historia general del libro sagrado. Esto no debemos olvidarlo nunca.
            La tercera implicación es que interpretar aisladamente un texto conduce a grandes errores y malos entendidos. Por ejemplo, se podría encontrar apoyo para doctrinas exóticas, tales como el bautismo por los muertos, basándose en 1 Cor. 15:29. Podríamos llegar a pensar que Jesús no es Dios, si solamente miramos Marcos 13:32; que no es bueno ser “demasiado justo” (Ecl. 7:16); que los muertos no están conscientes porque “nada saben” (Ecl. 9:5) o incluso  que somos desdichados si solamente confiamos en Cristo (1 Cor. 15:19). Todas estas extrañas y anti-bíblicas ideas podrían ser sostenidas utilizando las palabras de esos versículos aislados,  pero torciendo claramente la intención original del autor, ya que es claro que no tienen la intención de apoyar semejantes conceptos.
            Sin duda, la solución ante este peligro es aprender a apreciar cada texto de la Biblia, cada libro y cada sección dentro de su propio hilo conductor; con un propósito definido por los autores humanos y, en última instancia, por el Autor Divino que dirige toda la obra.

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