Cuando lo invisible brilla

Publicado en "El Encuentro con Dios"
de la Unión Bíblica

Hebreos 11:1-7 (NVI)
1 Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve.  2 Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. 3 Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios,  de modo que lo visible no provino de lo que se ve. 4 Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda.  Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. 5 Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. 6 En realidad,  sin fe es imposible agradar a Dios,  ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. 7 Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. 


            A todos nos fascina el brillo de lo real y concreto, y le tememos a lo desconocido e intangible. Sin embargo, si en verdad buscamos agradar al Señor, tenemos que vivir confiando en Aquel que es Invisible. Veamos algunas características de una fe viva y auténtica; aquella que brilla en medio de la noche de incredulidad de este mundo.
La fe es seguridad. Al contrario de lo que pudiera pensarse, la fe brinda firmeza a quien la cultiva. Es que no es solamente un anhelo ni un simple deseo ingenuo; es un convencimiento tan profundo de la veracidad de las promesas de Dios que quien la posee actúa con una certidumbre que produce una vida sólida. Esa seguridad se hace evidente en las convicciones y en la manera de pensar y de actuar de las personas de fe.
La fe ofrece lo mejor. La persona que confía en el Señor no se conforma con lo comparativamente bueno o lo relativamente correcto, sino que ofrece siempre la excelencia. Ya sea una ofrenda superior, como la de Abel, o una conducta extraordinaria, como la de Enoc, Dios mismo está dispuesto a testificar de la alta calidad de las personas de fe. No es, entonces, solo un cumplimiento tibio de obligaciones religiosas; se trata de una confianza tan plena en el Señor que uno termina inconforme con lo mediocre y se lanza de forma brillante a lo superior en todo lo que hace.
La fe mueve toda la vida. La verdadera confianza del genuino creyente que agrada al Señor comienza con convicciones intelectuales (creer que hay un Dios y en su carácter bondadoso). Sin embargo, la fe es mucho más que aceptar intelectualmente algunos hechos. Es buscar a Dios con el propósito de agradarlo. Esa clase de confianza abarca el conocimiento, pero también los sentimientos y la voluntad. ¡Es una entrega total! Es una certeza tan absoluta que se arriesga todo, como Noé, en una obediencia que no parece ser lógica, pero que tiene su recompensa generosa de parte de Aquel que es la razón de la fe. Esa es la clase de confianza que el Señor espera que brille en nuestra vida diaria. ¡Esa es la característica principal de un seguidor de Jesucristo!



¿Muestran tus decisiones, sentimientos y pensamientos que confías plenamente en el Señor? ¿Estás ofreciendo lo mejor de tu vida a Él? ¿Qué mandato de Dios debes obedecer hoy por la fe?

Señor, a pesar de lo que veo a mi alrededor, ayúdame a vivir cada día con la certeza de que tú y tus promesas son infalibles.

Qué pide el Señor

Publicado en "El Encuentro con Dios"
de la Unión Bíblica


Oíd ahora lo que dice Jehová: Levántate, contiende contra los montes, y oigan los collados tu voz. Oíd, montes, y fuertes cimientos de la tierra, el pleito de Jehová; porque Jehová tiene pleito con su pueblo, y altercará con Israel. Pueblo mío, ¿qué te he hecho, o en qué te he molestado? Responde contra mí. Porque yo te hice subir de la tierra de Egipto, y de la casa de servidumbre te redimí; y envié delante de ti a Moisés, a Aarón y a María. Pueblo mío, acuérdate ahora qué aconsejó Balac rey de Moab, y qué le respondió Balaam hijo de Beor, desde Sitim hasta Gilgal, para que conozcas las justicias de Jehová. ¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios. La voz de Jehová clama a la ciudad; es sabio temer a tu nombre. Prestad atención al castigo, y a quien lo establece. 10 ¿Hay aún en casa del impío tesoros de impiedad, y medida escasa que es detestable? 11 ¿Daré por inocente al que tiene balanza falsa y bolsa de pesas engañosas? 12 Sus ricos se colmaron de rapiña, y sus moradores hablaron mentira, y su lengua es engañosa en su boca. 13 Por eso yo también te hice enflaquecer hiriéndote, asolándote por tus pecados. 14 Comerás, y no te saciarás, y tu abatimiento estará en medio de ti; recogerás, mas no salvarás, y lo que salvares, lo entregaré yo a la espada. 15 Sembrarás, mas no segarás; pisarás aceitunas, mas no te ungirás con el aceite; y mosto, mas no beberás el vino. 16 Porque los mandamientos de Omri se han guardado, y toda obra de la casa de Acab; y en los consejos de ellos anduvisteis, para que yo te pusiese en asolamiento, y tus moradores para burla. Llevaréis, por tanto, el oprobio de mi pueblo.

Mientras llega el momento de la feliz restauración, la conducta pecaminosa del pueblo sigue provocando una confrontación formal con la santidad del Señor. El pasaje de este día nos ofrece más luz acerca de la manera en la que Dios maneja esta clase de conflicto.
            Es impresionante descubrir cómo el Señor le pide a su pueblo que venga y plantee formalmente sus acusaciones en contra de Él. Así, se atreve a desafiar al pueblo para que le presenten pruebas, si las hay, de que Él ha faltado en algo al pacto que tiene con su pueblo. No las hay. Más bien es Dios quien tiene abundantes evidencias de su fidelidad para con ellos. En lugar de reclamarle al Señor por algún derecho que creamos tener, debemos repasar primero las numerosas y específicas muestras de su bondad infinita. Si lo hacemos, con seguridad nos quedaremos sin motivos para reclamar.
            Si Dios es infinitamente bondadoso y las muestras de su gracia son evidentes, entonces, ¿Qué podrá ser lo suficientemente digno para adorar a un Dios tan perfecto y santo? ¿Qué tipo de sacrificios, ofrendas u honores podemos ofrecer ante un Ser que es absolutamente soberano, santo y que ha dado pruebas abundantes de su misericordia? ¿Serán suficientes millares de sacrificios, todas mis posesiones, mi tiempo o la vida de mis seres más queridos? ¡El Señor ya lo ha revelado! Lo que Él demanda es una vida ética justa, valores internos que reflejen su misericordia y un corazón humilde ante Él. En pocas palabras, Él exige nuestra vida; que nuestras intenciones, nuestras acciones diarias y nuestro trato hacia los demás sean un reflejo de nuestro completo sometimiento a Él. De esta forma, nuestra forma de trabajar, de hacer negocios, de tratar a aquellos en necesidad o de tratar a nuestros hijos deben mostrar que estamos rendidos a su Nombre. El pasaje incluso afirma que los castigos tienen como propósito hacer que lleguemos a esa condición. Por eso el pueblo fue castigado. Sus valores no eran los del Señor, sino que siguieron los malos ejemplos del pasado. ¡Qué triste es seguir nuestra propia sabiduría!
¿Puedes hacer una lista de las bondades de Dios en tu vida? ¿Te permite esto vivir más satisfecho y confiado en Él? ¿Muestra tu conducta diaria tu humillación ante el Señor?


Señor, me comprometo a mantener relaciones de justicia y misericordia para con los demás como evidencia de que mi corazón está totalmente rendido a ti.

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