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Hacia el triunfo pasando primero por el sufrimiento

Publicado en “El Encuentro con Dios"
de la Unión Bíblica
Hebreos 11:32-40
32 ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; 33 que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, 34  apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. 35  Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. 36  Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. 37  Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; 38  de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. 39  Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; 40  proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros. 
“Ven a Cristo y tus problemas se acabarán”, parece ser el mensaje que muchos predican hoy. Los obstáculos y las dificultades son descartados como producto de la infidelidad o el castigo de Dios. Sin embargo, la Escritura afirma que no solamente es posible atravesar sufrimientos aun siendo fieles al Señor, sino que quizá sea necesario. A la vez, las aflicciones por Cristo poseen cierto honor, ya que son estimados por el Señor como un sacrificio de los fieles para su gloria.
            Los trabajosos triunfos por la fe. Permita que la lista de triunfos de estos héroes llene su mente: alcanzar altas metas, sobrevivir en condiciones de muerte, sacar fuerzas de donde no las hay. Son logros impresionantes en medio de condiciones adversas. Todos ellos fueron alcanzados por la fe en el Señor; ninguno de ellos con comodidad. La fe no implica necesariamente facilitar las cosas o hacer más sencillos los triunfos. Todas las victorias que valen la pena cuestan mucho trabajo. Si estás sintiendo que la lucha es demasiado sufrida, pregúntate si esa batalla es justa y si honrará a Dios. Si tu respuesta es “sí”, entonces pelea con nobleza la buena batalla y busca el triunfo para el Señor. Ya sea una meta que busques alcanzar, un mandato que quieras obedecer o un pecado que necesites abandonar, la victoria será el mejor regalo que puedes alcanzar aun en medio de la oposición. 
            Las nobles dificultades por la fe. El pasaje testifica que muchos de los antiguos héroes se encontraron con dificultades, aun mostrando plena confianza en Dios. Burlas, castigos, prisiones y persecuciones fueron algunos de los conflictos que estas ejemplares personas tuvieron. Al ver semejante lista, uno podría etiquetarlos como fracasados o frustrados. Sin embargo, el Señor tiene una evaluación diferente. De hecho dice que sufrieron valientemente por una causa tan noble que “el mundo no era digno” de ellos. En otras palabras, el que sufre por Dios es mejor que el mundo que lo rodea. ¡Qué impresionante testimonio! Tú también puedes afrontar los problemas con este sentido de dignidad. La fe te lleva a luchar con integridad y te coloca en el estrado de honor del Señor.
¿Estás dispuesto a enfrentar las dificultades que vienen al seguir a Cristo? ¿Estás consciente de que eres un guerrero del Señor? ¿Cómo puedes darle honor a Dios en medio de tus problemas?


Señor, en medio de los triunfos, recuérdame que la victoria es solo para ti, y en medio de las dificultades, recuérdame que es un honor sacrificarme por la gloria de tu Nombre.

La fortaleza de la espera


Publicado en "El Encuentro con Dios"
de la Unión Bíblica


Hebreos 11:8-22

Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; 10 porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. 11 Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. 12 Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar. 13 Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. 14 Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; 15 pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. 16 Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se averg:uenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. 17 Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, 18 habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; 19 pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir. 20 Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. 21 Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón. 22 Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos.

¿Has notado que a nadie le gusta esperar? Es que todos quisiéramos eliminar lo más pronto posible aquello que es desconocido. Sin embargo, la fe implica esperar. Aunque la espera en sí no es agradable, lo cierto es que, de una manera inexplicable pero verdadera, el aprender a confiar en el Señor produce una inesperada fortaleza que nos guía a actuar de una manera segura. ¿Cómo se produce ese proceso? El pasaje de hoy nos da algunas pistas. 
La espera nos enfoca en el cumplimiento. Abraham emprendió su viaje con mirada puesta en la promesa de una tierra y una familia. Él esperó tanto que incluso vivió como que si esa dádiva no se cumpliría. ¿Qué le dio fuerzas? Sin duda, fue el dirigir su mirada hacia la promesa misma y su cumplimiento. Si alguna vez asoma la desesperación porque las promesas parecen tardar, concentremos la mirada en el feliz momento en el que Dios cumplirá lo que ha prometido. Esa actitud nos renovará las fuerzas para continuar confiados nuestra vida en Él.
La espera nos da fuerzas para hacer lo imposible. En plena vejez y sin esperanzas para tener hijos, Sara recibió fuerzas para dar a luz y ser la madre de una numerosa nación. Ella no fijó su mirada en lo imposible de la situación, sino en la fidelidad del Señor. Cuántas veces nos hemos desanimado porque enfrentamos una situación aparentemente sin salida. En ese momento, deja que la fe en Dios te sostenga y te haga vislumbra una perspectiva distinta de tu situación.
La espera nos impulsa a obedecer. La obediencia no necesita de la lógica para funcionar. Si una autoridad ordena, debemos cumplir. Abraham tomó la “ilógica” decisión de sacrificar al hijo que era el cumplimiento de la promesa divina. La razón provino de su confianza en el poder de Dios para cumplir lo que había prometido. ¡Qué impresionante! Nuestra fe no se manifiesta en sentimientos superficiales, sino en la obediencia confiada en nuestro Señor.
La espera nos impulsa hacia el futuro. Isaac, Jacob y José actuaron dando por hecho el futuro y el de sus hijos. Aquí es cuando la espera se proyecta hacia adelante y ve con optimismo lo que sucederá. ¡Esa es la fe que nos sostiene y nos da seguridad para actuar hoy!

¿Te has desesperado porque no ves la respuesta de Dios? ¿Puedes ver que la esperanza en el Señor te dará las fuerzas para continuar? ¿En qué promesa imposible puedes confiar hoy?


Señor, ayúdame a esperar en ti. Dame la fortaleza para vivir en obediencia contante.


Cuando lo invisible brilla

Publicado en "El Encuentro con Dios"
de la Unión Bíblica

Hebreos 11:1-7 (NVI)
1 Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve.  2 Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. 3 Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios,  de modo que lo visible no provino de lo que se ve. 4 Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda.  Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. 5 Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. 6 En realidad,  sin fe es imposible agradar a Dios,  ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. 7 Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. 


            A todos nos fascina el brillo de lo real y concreto, y le tememos a lo desconocido e intangible. Sin embargo, si en verdad buscamos agradar al Señor, tenemos que vivir confiando en Aquel que es Invisible. Veamos algunas características de una fe viva y auténtica; aquella que brilla en medio de la noche de incredulidad de este mundo.
La fe es seguridad. Al contrario de lo que pudiera pensarse, la fe brinda firmeza a quien la cultiva. Es que no es solamente un anhelo ni un simple deseo ingenuo; es un convencimiento tan profundo de la veracidad de las promesas de Dios que quien la posee actúa con una certidumbre que produce una vida sólida. Esa seguridad se hace evidente en las convicciones y en la manera de pensar y de actuar de las personas de fe.
La fe ofrece lo mejor. La persona que confía en el Señor no se conforma con lo comparativamente bueno o lo relativamente correcto, sino que ofrece siempre la excelencia. Ya sea una ofrenda superior, como la de Abel, o una conducta extraordinaria, como la de Enoc, Dios mismo está dispuesto a testificar de la alta calidad de las personas de fe. No es, entonces, solo un cumplimiento tibio de obligaciones religiosas; se trata de una confianza tan plena en el Señor que uno termina inconforme con lo mediocre y se lanza de forma brillante a lo superior en todo lo que hace.
La fe mueve toda la vida. La verdadera confianza del genuino creyente que agrada al Señor comienza con convicciones intelectuales (creer que hay un Dios y en su carácter bondadoso). Sin embargo, la fe es mucho más que aceptar intelectualmente algunos hechos. Es buscar a Dios con el propósito de agradarlo. Esa clase de confianza abarca el conocimiento, pero también los sentimientos y la voluntad. ¡Es una entrega total! Es una certeza tan absoluta que se arriesga todo, como Noé, en una obediencia que no parece ser lógica, pero que tiene su recompensa generosa de parte de Aquel que es la razón de la fe. Esa es la clase de confianza que el Señor espera que brille en nuestra vida diaria. ¡Esa es la característica principal de un seguidor de Jesucristo!



¿Muestran tus decisiones, sentimientos y pensamientos que confías plenamente en el Señor? ¿Estás ofreciendo lo mejor de tu vida a Él? ¿Qué mandato de Dios debes obedecer hoy por la fe?

Señor, a pesar de lo que veo a mi alrededor, ayúdame a vivir cada día con la certeza de que tú y tus promesas son infalibles.

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