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COVID-19: Una crisis complicada (Libro)

Unos días después de iniciada la emergencia por el nuevo coronavirus en el mundo, los hermanos del Seminario Bíblico Centroamericano de Honduras le encargaron a este servidor escribir un documento que presentara una perspectiva teológica de la crisis. El propósito principal era que se convirtiera en una herramienta de consulta y orientación para pastores y líderes de las iglesias. Conforme se avanzó en el proyecto, se vio que podría ser de utilidad para otros hermanos en la fe y para personas interesadas en conocer el punto de vista cristiano, proveniente de la Escritura acerca de esta inesperada situación mundial.

Al terminar el documento y comenzar a compartirlo, el pastor y amigo personal, Abner Mejía, tuvo la idea de convertirlo en un pequeño libro para que fuera más fácil su lectura y su acceso a más personas. Como dice en la introducción de la pequeña obra, la intención es que sea un punto de partida para el diálogo fructífero que lleve a un mejor pensamiento sobre el tema, así como el inicio de proyectos que exalten al Señor y ayuden a muchas personas en necesidad durante este tiempo de crisis. Agradezco a las personas que, amablemente, colaboraron en la confección de este librito.

Aquí dejo el libro en su totalidad en un formato que se puede leer.



¡Auxilio! ¡No aguanto más!

Recibí esta nota de parte de una señorita:

¿Qué puedo hacer si ya no soporto y he pedido ayuda al Señor y no me llega? La tristeza me está matando. He estado a punto de cometer un gran error: quitarme la vida. Necesito estar con mis padres para que me ayuden, pero es imposible porque no están aquí. Necesito ayuda, por favor.
 RESPUESTA
        Para comenzar, felicitaciones porque estás pidiendo ayuda. Eso es lo que hay que hacer cuando tenemos dificultades. No mencionas con exactitud cuál es tu problema, pero dices que ya no puedes soportar la tristeza, así que debe ser una circunstancia muy dolorosa; seguramente sientes un dolor muy agudo el cual nada parece remediar. También dices que has pedido la ayuda del Señor y eso es mejor aún, porque Él es la fuente de todo consuelo y refugio.
        Ahora bien, a pesar del dolor, la tristeza y, posiblemente el enojo contra Dios que sientes, te tengo tres grandes noticias. La primera de ellas es que, por difícil que parezca y por imposible que te suene, tus problemas tienen solución. No importa si es una decepción amorosa, la traición de una amiga o la incomprensión de tus padres o amigos, la verdad es que siempre hay una salida, que por supuesto no vas a poder ver si cometes el error de quitarte la vida. Recuerda que, a fin de cuentas, tus problemas son pasajeros, pero el suicidio es permanente.
        Te recomiendo que hagas lo siguiente. Siéntate un momento y escribe el problema que más te está afectando en este momento. Ahora escribe las alternativas que tienes para solucionar o cambiar esa circunstancia. Escribe también los obstáculos y las consecuencias que puede conllevar ese curso de acción. Sé optimista y no pienses sólo en lo peor. Es posible que hacer esto coloque los problemas en una dimensión más realista y puedas contemplar salidas que antes no habías considerado.
        La segunda buena noticia es que Dios está siempre dispuesto a escucharte, comprenderte y ayudarte. Para comenzar, recuerda que puedes expresarle al Señor tus quejas y angustias. ¿Sabías que hubo personajes en la Biblia que expresaron sus tristezas, su dolor y aun su enojo a Dios? Job era un hombre bueno que perdió a sus hijos y todas sus posesiones en una serie de eventos trágicos y traumáticos. En lugar de consolarlo, sus amigos trataban de buscar una razón por la cual Job sufría. En medio de todo, escucha lo que dice este sufrido hombre: “Está mi alma hastiada de mi vida; daré libre curso a mi queja, hablaré con amargura de mi alma” (Job 1:10); “Disputadores son mis amigos; mas ante Dios derramaré mis lágrimas” (Job 16:20). ¿Te das cuenta? En lugar de abandonar al Señor, puedes acudir a él para encontrar consuelo o simplemente para llorar y presentarle tus quejas. Y de una cosa debes estar segura: el Señor no abandona a aquellos que lo buscan. Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Por eso, no acabes con tus oportunidades de encontrar el consuelo. Refúgiate en Dios; descarga en él tu problema, cualquiera que éste sea. Recuerda que él es el único que puede ayudarte en toda circunstancia.
        La tercera gran noticia es que hay personas que te aman y se interesan por ti. ¡Vamos! Si has de ser honesta, debes reconocer que no todos están en tu contra. Tienes amigos que te quieren tal y como eres, a pesar del dolor y de las dificultades tan grandes que estás atravesando. De hecho, sería una gran idea que llamaras a un amigo o amiga maduro (de preferencia que sea una persona con fe en Dios) para que te ayude a salir de donde estás. Recuerda que los verdaderos amigos están contigo en las buenas y en las malas y no te juzgarán por lo que te está sucediendo, sino que procurarán extender su mano amiga para ayudarte y acompañarte en los problemas. A propósito, aparte de tus buenos amigos, es muy aconsejable que busques la ayuda de consejeros espirituales que te escuchen, que te den nuevas perspectivas ante los problemas y que te acompañen en el proceso. La Escritura enseña que en la multitud de consejeros hay seguridad (Pr. 11:14).
        En resumen, ¿por qué darle una solución terminante y falsa a problemas pasajeros que sin duda tienen una solución? Clama al Señor ahora mismo pidiendo su dirección y su consuelo. Luego, busca con objetividad las salidas y opciones que tienes ante el problema y enfréntalo con valor y decisión. Por último, busca la ayuda de personas que te aman y que se interesan por ayudarte a resolver cualquier dificultad o angustia que estés enfrentando. Aunque sientas que tu vida no tiene sentido, recuerda que hay un Dios que te hizo especial, que te ama y que tiene planes maravillosos para la vida que tienes por delante. Sólo dale la oportunidad de tomar el control y encaminarte hacia la senda de la paz y del descanso verdadero.

¿Es posible celebrar en estos tiempos de crisis?




               Este año será probablemente recordado como uno de confusión y turbulencia política en muchas partes del mundo. La crisis financiera en los EE.UU. provocó una inestabilidad económica en muchas partes del mundo, aumentó los niveles de desempleo y llevó el desánimo y el temor de muchas personas. En América Central la violencia llegó a extremos tales que varios de sus países (Honduras, El Salvador, Guatemala) se encuentran entre los países más inseguros del mundo entero, con niveles de asesinatos solo comparables con regiones en guerra. La emigración sigue creciendo y la confusión e inestabilidad política no han desaparecido de nuestros países. Muchos piensan --no sin razón-- que las celebraciones en estos tiempos son un lujo que no corresponde con la realidad.

               Nosotros, como cristianos, no estámos aislados de la crisis. Nuestro poder adquisitivo ha disminuido, la inseguridad nos trae tensiones, angustia y temor. En un año como éste, ¿cómo se puede celebrar la Navidad? Muchos de nosotros, hemos pensado en algo menos costoso y más simple y sobrio, más a tono con estos tiempos difíciles. Tal vez este año vamos a gastar menos en regalos de Navidad o en la cena. Por supuesto, para algunos, la Navidad es sólo una oportunidad para compartir con la familia, disfrutar de una cena de Navidad o de compartir la alegría de los niños. Para otros, se trata de admirar las luces de Navidad de colores o simplemente para disfrutar de la alegre y un poco de espíritu nostálgico de la temporada.


               Para nosotros, este año de crisis debería ser la oportunidad perfecta para contemplar de una manera más evidente la gracia de Dios a través de la Encarnación de su Hijo, y a celebrar esa gracia demostrada de variadas maneras en nuestra vida, nuestra familia y nuestras comunidades.


1) Esta es una temporada apropiada para darle gracias al Señor por la familia que tenemos.


2) Este es un tiempo adecuado para recordar y orar por todos y cada uno de nuestros amigos, los cuales han sido fieles durante todo el año en su amistad y apoyo moral y espiritual. 


3) Vamos a estar agradecidos por las múltimples oportunidades de servir a otros, ya sea en las iglesias locales, en los centros de trabajo y estudio o en los vecindarios. Que el Señor siga enviando más oportunidades de ser instrumentos en sus manos para la bendición de otras personas, aun en medio de crisis económicas, sociales y espirituales. 


              Por supuesto, nuestra intención no es olvidar la crisis o subestimar sus graves implicaciones. No estamos tratando de escapar de la realidad para buscar refugio en una fantasía irreal. Por el contrario, creemos que, recordar lo que el Señor nos ha dado nos lleva a ser mejores administradores de nuestro tiempo, nuestros esfuerzos y oportunidades, lo cual nos lleva a ser más generosos, compasivos y solidarios con las necesidades de otros, y hacer un compromiso claro con lo que el Señor está haciendo en el mundo



              Sí. Esta será una Navidad en medio de un mundo en crisis, pero para nosotros será una Navidad para declarar que el Señor es el dueño de nuestras vidas, de nuestro presente y nuestro futuro, de nuestra familia y ministerio. Convencidos de ello, encontramos esperanza en el mensaje que escucharon los pastores en la Navidad original: 


  • Que hay nuevas de gran gozo para todo el pueblo
  • Que Jesús nació y que eso lo hizo parte de nuestra historia
  • Que la gloria pertenece solo a Dios en las alturas
  • Que ahora es posible la paz en la tierra
  • Que Dios muestra su buena Voluntad para con los seres humanos


              En esas verdades seguras y sublimes encontramos refugio para hacer de esta temporada una verdadera celebración de vida, una fiesta para la gracia y un monumento a la soberanía del Creador del Universo. 


              Es que repasar estos hechos históricos nos hacen recordar que sí hay razones para celebrar; nos hace declarar que las tragedias, las crisis y los problemas no son lo normal; son una circunstancia anormal; producto de un mundo que aun no reconoce al Señor del Universo. 


              Recordar que Jesús nació para salvarme a mí produce una sonrisa de esperanza. Recordar esos hechos indudables nos hace decir con todas nuestras fuerzas y con toda la voluntad de nuestros corazones:

 ¡
Feliz Navidad, queridos amigos! ¡Que la paz del Señor esté siempre con vosotros!




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