Invocación al Dios literario

Pronunciado en la presentación del libro Didáctica de las Figuras Literarias. Jueves 26 de Julio de 2007.

Señor del Universo; Creador de todo por medio del poder de tu Palabra; autor original de la comunicación; supremo inspirador de sublimes y autoritativos juicios; infalible guía de santos hombres que expresaron tu divina voluntad usando humanos retratos e imágenes; a ti que hablaste muchas veces y de muchas maneras a los padres; a ti que en estos postreros días hablaste por medio del Hijo; a ti que te deleitas en cruzar los laberintos literarios para hacerme admirar la sencilla elocuencia de tu voz; a ti elevo mi gratitud; a ti me entrego; tu Nombre invoco en esta noche excepcional.

Señor de misericordia, gracias por tus dones. Mi corazón danza de alegría al escucharte entonar el cántico del perdón y la reconciliación; al descubrir tu complacencia cuando me llamas “hijo querido”. Mi humanidad se eleva hacia alturas incomparables al comprobar que soy tu imagen y semejanza. Mi espíritu entona una melodía de adoración y gratitud al meditar en que mis habilidades y dones; mis palabras; mi comunicación y expresión son un reflejo de tu esencia como Creador y productor cósmico. Mi lengua se esfuerza como un dedicado arqueólogo y escarba el idioma para tratar de descubrir maneras precisas de expresar lo inexpresable: que tu maternal amor es mi sostén; que tu poder es mi competencia y que tu compañía es la fuente de mi esperanza presente y futura.

Señor majestuoso, esta noche de alegres estrellas y sonrisas luminosas, deseo entregarme una vez más a ti. Al igual que los apocalípticos seres vivientes alrededor de tu trono, doy gloria y honra y acción de gracias a ti que reinas y que vives por los siglos de los siglos. De la misma manera que los veinticuatro ancianos de la corte celestial, es mi decisión colocar mis coronas de triunfo ante tu noble majestad porque, Señor, solo tú eres digno de recibir la gloria y la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas y por tu voluntad existen y fueron creadas. Mi ser, mis anhelos, mis sueños y mis actos son tuyos. Bendito sea tu Nombre glorioso por siempre y para siempre.

Señor de mi vida, al invocar tu Nombre, proclamo tus derechos absolutos sobre todo y sobre todos; reconozco mis muchas limitaciones y, a la vez, declaro mi entera sumisión a tu graciosa voluntad. Por ello, suplico humildemente tus bendiciones y favores sobre mí, sobre mi familia y sobre la tarea que has entregado en mis manos. Prospera la obra de tu siervo y hazme publicar con mis palabras y mis actos: “Bendito Jehová Dios, el Dios de Israel; el único que hace maravillas. Bendito su nombre para siempre y toda la tierra sea llena de su gloria. Amén y Amén”.

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