El humor y la fe: Una amistad productiva



(Artículo mío publicado en el libro "Humor y fe" de Ángel Darío Banegas)

En una esquina del mundo; en un lugar en donde se cruzan los caminos de la vida, se encontraron un día el humor y la fe. Fue uno de esos encuentros felices y providenciales que no dan lugar a pensar en la existencia del azar y la suerte. Ambos habían ya recorrido largas jornadas repartiendo sus generosas dádivas a los seres humanos que buscan la genuina felicidad. Su misión no siempre fue fácil. La fe, por un lado, había sido más de una vez rebajada a una serie de reglas dictadas por los mismos hombres pecadores e incapaces de darle su lugar. Otras veces había sido confundida con una ingenua simpleza o aun con la ignorancia. No siempre se le había permitido cumplir con su tarea de dar vida y esperanza a través de su Autor y Consumador.

El humor, por su parte, casi se había acostumbrado a ser manoseado. En su nombre se ha caído muchas veces en la vulgaridad y en la grosería. Se le había confundido con la burla, la discriminación y el mal gusto. En algunos círculos de fe casi se le había negado el derecho de entrada. En realidad, pocas veces había podido entregar su mensaje de optimismo permanente, ya que se le asociaba más con un arrebato de euforia momentánea que con un estilo de vida de sólido gozo. Ahora, a pesar de estas dificultades, ambos se encontraban frente a frente, dispuestos a emprender una rara pero fructífera amistad.

Habla el humor

El primero en hablar fue el humor. Tenía en su rostro la alegría ya típica en él, aunque ahora mezclada con un tono de curiosidad y algo de expectación. Movía mucho los brazos y en cada palabra ponía una nota de agudo ingenio que motivaba a sonreír.

“Eres más admirada que Miss Universo de visita en un país tercermundista” le dijo a la fe, con una sinceridad que se complementaba con sus ojos llenos de picardía. “Tienes muchas cosas buenas que ofrecer a los hombres, pero eres como una resolución de Año Nuevo: todos te alaban, pero muy pocos te son fieles hasta el fin. Siempre he querido conocerte porque me parece que tú logras dar la satisfacción que yo sólo alcanzo a proveer por unos momentos”. En sus palabras había una emoción que contagiaba y un entusiasmo que hacía olvidar la tristeza. “Ciertamente, los hombres no te buscan siempre, pero la verdad es que te necesitan, y mucho. Eres proveedora de esperanza ante las grandes tragedias; aquellos momentos en los que los humanos prefieren hacerme a un lado. Tú apuntas hacia el Verdadero, mientras que a mí me utilizan para hablar de muchos temas intrascendentes o incluso ofensivos”.

“Perfectamente yo podría decir que no soy digno de acercarme a ti. Sin embargo, la verdad es que tengo mucho qué aportar a tu noble tarea. En primer lugar, me enorgullezco de mi creatividad. Tú podrías pasar horas y días enteros denunciando que los padres no se comunican con sus hijos. Pero si presentas a un padre viendo un programa en un televisor y a su hijo, de espaldas, viendo otro programa en otro televisor, lograrás que los humanos se queden pensando en el concepto que deseabas comunicar. En pocas palabras, mi honorable amiga, puedes presentar muchas ideas valiosas utilizando mi capacidad creativa”. La fe escuchaba con interés, sin atreverse a interrumpir el entusiasta discurso de su nuevo amigo.

“A propósito”, prosiguió el humor, “he sabido que, en nombre de una dignidad mal entendida, hay personas que te han rodeado de una sombría seriedad que no siempre tiene relación con la sobriedad y formalidad de la que habla el Libro. Por mi parte, quizá necesito algo de sensatez, pero mírame. Exudo un contagioso optimismo que han perdido muchos de tus seguidores, quienes hasta fruncen el ceño como señal de piedad. En este sentido, si me permites, creo que los beneficios para ti serían enormes, ya que yo ayudaría a que los hombres te comprendieran mejor y vieran el lado jovial y optimista de tu valioso mensaje. Muchos aprenderían que ser aburrido no es sinónimo de ser fiel y que la risa también es parte de los atributos de una persona de fe”.

“Sé indulgente conmigo, amiga mía, y escúchame una vez más”. El humor sentía que podía aburrir a la fe. Sin embargo, ésta reflexionaba, fiel a su costumbre, en las palabras de este original personaje que la invitaba a establecer una inusual sociedad. El humor continuó entonces con su vivaz discurso, esta vez adoptando un tono más formal. “Sé que tu fin último es traer plenitud de vida a la humanidad. Ese es el deseo más íntimo de tu Creador y Promotor. Ahora, sería una distinción para mí que me permitieras agregar la fuerza de mi entusiasmo y el regocijo de mi ingenio a ese sublime propósito. Te prometo luchar contra la intrascendencia con la que me asocian los hombres. Me comprometo a utilizar mi creatividad, mi optimismo y mi agudeza para lograr que las personas piensen en los temas que tienen que ver contigo. ¡Puedo ser un poderoso aliado en tu esfuerzo por inculcar los valores eternos! ¡Puedo ser tu amigo de toda la vida!”.

Habla la fe

La fe estaba impresionada con la convicción en las palabras del humor. Ahora miraba con nuevos ojos a esta figura que representa la chispa y gracia humanas. Y como impulsada por una fuerza divina, la fe abrió sus labios para hablar. Su voz era serena; llena de sabiduría y esperanza.

“Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”, dijo pensativa y citando al Dulce Maestro de maestros. Luego, después de una pausa que parecía agregar fuerza a sus palabras, agregó, “Quizá tú no lo recuerdas, pero mi Señor y tú ya se han encontrado”. Lo repentino de esa declaración hizo que el humor abriera los ojos como platos, en un gesto que hacía reír a quien lo viera. La fe continuó. “Estuviste presente cuando Él habló de camellos pasando por el ojo de una aguja o cuando le llamó ‘zorra’ a un engreído monarca. Tú fuiste la fuente de su optimismo cuando eligió a doce muchachos inseguros y llenos de defectos. Él echó mano de tu deleite cuando se regocijó en espíritu al ver los éxitos de sus seguidores. Por todo eso, podría decirse que tú y yo no hemos sido ajenos.”. El humor se regocijaba con cada sílaba que escuchaba. Poco a poco, su rostro se iluminaba mientras redescubría su valor y se veía a sí mismo con nuevos ojos. Con respeto, pero con un renovado entusiasmo, escuchó cómo la fe continuaba su discurso.

“Ahora bien, tu labor, aunque digna de mérito, podría recibir un impulso divino si aprovechas lo que yo tengo. En primer lugar, amigo humor, debes reconocer que muchos de tus esfuerzos por traer felicidad han sido pasajeros e insustanciales. Si eres mi aliado, yo podría darte la solidez y sustancia que necesitas. En lugar de regocijarte en los pecados de las personas, por ejemplo, podrías utilizar la ironía para denunciarlos de un modo que nunca se olvide y que estimule a vivir una vida más digna”.

“En segundo lugar, yo puedo proveer dirección y propósito a tus simpáticas risas. Podrías constituirte en un instrumento poderoso en las manos del Príncipe de los pastores, quien busca orientar y consolar a todos los que tienen el corazón quebrantado y el alma enferma. Por ejemplo, tú puedes reírte de aquellos que llevan una vida desenfrenada y descontrolada. Pero cuando explicas que esa vida sólo te llevará a un negro abismo sin Dios, estás dándole una dirección significativa a tu labor. ¿Te das cuenta? En lugar de hacerlos reír con el único propósito de que pasen un buen rato, nuestra alianza podría hacer que las sonrisas llevaran a los hombres a la Fuente de gozo verdadero: mi Señor y Salvador”.

“Por último, y como si lo anterior fuera poco, mi colorido amigo, yo puedo llenar tu identidad con toneladas de dignidad que proviene directamente de Aquel que es el único Digno. Ya no más obscenidad para hacer reír; ya no más crueles burlas para gozar; ya no más hablar en secreto de ti, como si fueras algo vergonzoso. Ahora serías un aliado de la fe y un siervo de Jesucristo de Nazaret. Serías un instrumento pedagógico de Dios; una munición en el arsenal de la decencia y la justicia; un recurso a favor de todo lo bueno y sano que tiene la naturaleza humana. Serías, en fin, un ser dignísimo”.

Desde hacía unos momentos, el humor se había dejado llevar por la emoción y saltaba, aplaudía y chillaba, presa de una alegría incontenible. Tales maravillas eran demasiado para él, acostumbrado a codearse con mentes ingeniosas pero banales; alegres pero triviales. Un nuevo mundo se abría ante los ojos de ambos; una nueva alianza surgía para servir a Dios y orientar a la humanidad.

“Sin embargo, tú y yo sufrimos la misma tragedia”. Ahora la fe mostraba una actitud algo sombría por primera vez. Hizo una pausa, para luego continuar. “Nuestros respectivos amigos nos han retratado como enemigos, sin serlo en verdad. Somos producto de la Gracia y la Providencia que fluyen de Aquel que desea cumplir el gozo de sus hijos. Ahora me doy cuenta de que una amistad entre nosotros es mucho más necesaria, por cuanto hombres y mujeres tienen la tendencia a escucharte a ti, pero es a mí a quien necesitan con más urgencia. Estoy dispuesta a ser una amiga fiel, que edifique tu fundamento y que reciba de ti la chispa y la vivacidad que ofreces. ¡Te ofrezco mi diestra de compañerismo y hermandad para que juntos traigamos gloria a Dios y felicidad a los seres humanos!”

La fe extendió su mano fraternal, acompañándola de una sonrisa firme y satisfecha. El compromiso era claro y oportuno. El humor, quien ya no podía controlar su emoción, se abalanzó sobre ella y le dio un abrazo sincero y lleno de euforia, exclamando, a la vez, “¡Sí, amiga mía! ¡Si! ¡Acepto este privilegio! ¡Somos un equipo en manos del Maestro! ¡Somos como dos lados de una sola moneda! ¡Somos siervos del Señor!”.

Y así, en aquel olvidado rincón del mundo, nació esta sociedad fructífera. En el cielo, las nubes parecían más blancas; el cielo más azul y el viento más suave. Era como si la creación le diera su aprobación a aquella inusitada amistad, la cual colaboraría con la transformación de vidas, de sociedades y de conciencias. Y mientras los nuevos amigos emprendían el camino con nuevos horizontes y nuevos desafíos, fundidos en un cálido abrazo fraternal, se escuchó una voz desde el cielo que decía: “¡Ay de vosotros, los que ahora reís! Porque lamentaréis y lloraréis. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis”. Amén

¿Cómo podemos explicar la Trinidad?


(Artículo mío publicado en la Biblia G3: www.bibliag3.com)


Si eres de los que dice "Me cuesta entender y explicar la doctrina de la Trinidad a otras personas", entonces tengo una buena noticia para ti: ¡Eres una persona normal! Así es. No existe ninguna persona sobre esta tierra que pueda decir que entiende a cabalidad ese gran misterio que se llama la Trinidad. Sin embargo, en la tarea de satisfacer las inquietudes naturales que como seres humanos tenemos, se hace necesario explicar en qué consiste esta fundamental doctrina de la fe cristiana.

Quizá una buena forma de comenzar sea explicar qué no es la doctrina. Primero, la Trinidad no es la creencia en tres dioses. La Biblia enseña con claridad, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, que Dios es uno (Deut. 6:4) y que hay un solo Dios (1 Tim. 2:5). Jesús nunca proclamó ser "otro" Dios, sino que dijo que él y el Padre eran uno (Juan 10:30). Segundo, el cristianismo no cree que las tres personas son sólo distintos roles de la misma persona, convirtiéndose a veces en el Padre, a veces en el Hijo y a veces en el Espíritu Santo, como si la Divinidad sufriera de múltiple personalidad. Tercero, tampoco cree la iglesia cristiana en un Dios que creó a Cristo como un dios menor, tal y como enseñan algunos grupos sectarios.

La doctrina de la Trinidad sí es la creencia en un solo Dios en tres personas eternas e iguales, aunque distintas en personalidad. Esta doctrina es sustentada por algunos indicios en el Antiguo Testamento y abundantes pruebas en el Nuevo Testamento. Ya te dije antes que la Biblia enseña claramente que Dios es uno y que hay un solo Dios. Sin embargo, el Antiguo Testamento presenta algunos indicios de la pluralidad de la Divinidad. En primer lugar, hay varios pasajes en los que Dios parece hablar consigo mismo en plural: "Hagamos al hombre" (Gén. 1:26); "descendamos y confundamos allí su lengua" (Gén. 11:7). En segundo lugar, hay textos que parecen presentar a Jehová hablando con otro personaje que también es Jehová (Zac. 3:1-2). El Nuevo Testamento presenta con gran claridad que Jesucristo es Dios (Juan 1:1; Rom. 9:5; Tito 2:13; Fil. 2:5-6; Col. 2:9; 1 Tim. 3:16; 1 Juan 5:20; Ap. 1:8,11-13). Además, la Biblia afirma que el Espíritu Santo posee características, atributos y derechos que sólo corresponden a Dios (conoce lo profundo de Dios, 1 Cor. 2:10; imparte vida, Rom. 8:11; es creador, Job 33:4; es omnipresente, Sal. 139:7). Por último, se debe señalar la existencia de pasajes bíblicos que presentan a las tres personas en alguna actividad conjunta: Mr. 1:10-11 en el bautismo de Jesús; Mt. 28:19 en la fórmula que se debe usar en el bautismo, en la que, de paso, puede verse la existencia de un solo nombre para las tres Personas; 2 Cor. 13:14 en una salutación del apóstol Pablo, quien los pone a los tres como dignos de derramar bendiciones sobre los lectores de esa carta. Como puedes ver, la Trinidad no es la invención de algún teólogo "desvelado", sino que es una enseñanza clara de la Palabra de Dios.

En el pasado, ha habido intentos de muchos cristianos por explicar la doctrina de la Trinidad, diciendo que es posible encontrar otros ejemplos de cosas que son "tres en uno". Algunos de esos ejemplos los puedes leer a continuación: 1) El agua (la misma agua, pero en sus tres estados, sólido, líquido y gaseoso); 2) las dimensiones de las cosas (largo, ancho, profundidad), son tres, pero es la misma cosa; 3) Los árboles, ya que tienen raíz, tronco y ramas, pero es el mismo árbol; 4) El hombre que es, a la vez, esposo, padre e hijo; 5) El trébol que tiene tres hojas, pero es el mismo trébol; 6) la electricidad que impulsa un motor, que da luz por medio de una lámpara y que hace funcionar una plancha (son tres clases de aparatos, pero es la misma electricidad); 7) El triángulo que tiene tres lados iguales, pero es un solo triángulo; etc.

La verdad es que ninguno de estos ejemplos –y ningún otro– pueden ilustrar a la perfección una verdad tan profunda e infinita como la de la Trinidad. De hecho, recuerda que la mente humana es finita, limitada e imperfecta. Por lo tanto, ¿crees tú que una mente tan pequeña como la mía, la tuya o la de algún maestro de ciencias puede explorar la naturaleza infinita de Dios? Para ser sinceros, si alguien puede llegar a entender el misterio de la Trinidad, esa persona tendría que ser Dios mismo (1 Cor. 2:11). De esta manera, ¡más bien hay que dar gracias a Dios porque no podemos ilustrar cómo es él! ¿Te das cuenta? Si pudiéramos comparar al Señor con alguna cosa que hay en la naturaleza, ese Dios sería pequeñísimo; del tamaño del entendimiento de cualquier ser humano. No valdría la pena confiar en él, ya que no sería Todopoderoso, infinito u omnipresente.

Debido a nuestra incapacidad para llegar a entender a la Persona de Dios, es que Él tomó la iniciativa y decidió hacerse como uno de nosotros, en la persona de Jesucristo, para que pudiéramos apreciar cómo es Él. Por eso es que Jesús pudo decir que quien lo había visto a él había visto al Padre (Juan 14:9) y es por ello que se puede decir que Jesús vino para dar a conocer a Dios (Juan 1:18). Lo más que podemos llegar a afirmar es que Dios es uno solo, pero se manifiesta en Padre, Hijo y Espíritu Santo. Aunque cada una de estas tres Personas tiene existencia propia, distinta de la de los otros dos, es el único y eterno Dios en el que creemos. Si alguien quiere burlarse ti debido a esa creencia, puedes contestar que, el hecho de que no podamos entender algo, no significa que no sea real. Di que esa es la enseñanza que el mismo Dios nos ha revelado y que prefieres confiar en lo que Dios te ha dicho que en lo que cualquier ser humano diga. Aunque mi mente no puede comprenderlo, todo mi ser lo acepta como la verdad que el Señor mismo nos quiso comunicar. ¡Gloria a su nombre!

¿Qué nos espera durante la eternidad?


Recibí la siguiente pregunta y quiero compartir con ustedes la respuesta:

Siempre me ha llamado la atención leer todo lo que la Biblia narra que sucederá al final de los tiempos. Pero también me nace la pregunta: Luego de que todo acabe y estemos con Dios, ¿Qué pasará? ¿Cuál será nuestro proposito??

Aquí la respuesta:

¡Gracias por tu pregunta! Este es uno de los temas en los que la Biblia no da información clara; solamente algunos indicios que señalan lo que sucederá. Los siguientes son algunos pensamientos al respecto:

1) Es obvio que Dios es eterno; por lo tanto Él será conocido por la eternidad (Ex. 3:15). Además,su justicia y salvación (y todas sus obras y atributos) también permanecerán eternamente (Is. 51:8) y su reino y dominio también son eternos (Dan. 6:26). Este es un buen punto de partida. La razón para tener esperanza en el futuro es que Dios estará allí.

2) En la Biblia es claro que hay un futuro glorioso para la creación física. Rom. 8:19-23 enseña que la Creación llora esperando su liberación el día en el que los hijos de Dios reciban la plenitud de su redención. Esto indica que algo bueno vendrá para el universo físico. 2 Pedro 3:10-12 señala que los elementos físicos de la actual creación serán fundidos con fuego, así como un alfarero funde una vasija con agua para deshacerla y volverla a hacer. Mateo 19:28 utiliza la palabra "regeneración" cuando se refiere a la Venida del Señor en gloria, lo cual revela que habrá una continuidad entre la creación actual y los nuevos cielos y nueva tierra que habrá en el futuro. En otras palabras, el nuevo universo que Dios creará estará basado en una renovación del actual.

3) Con relación a los seres humanos,
** La Biblia revela que tendremos cuerpos renovados; con capacidades superiores (1 Cor. 15:51-54).
** Apocalipsis 22:3 indica que entre las actividades que realizaremos en la Nueva Jerusalén por la eternidad estará la de servir al Señor, a través de adoración y otras actividades de servicio.
** La parábola de los talentos (Mat. 25:14-30) parece sugerir (sin estirar demasiado esta intepretación) que quienes hayan sido fieles "en lo poco" recibirán nuevas y mayores responsabilidades cuando el Señor regrese ("sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré"). ¿Qué clase de responsabilidades serán estas? Solamente podemos especular. Partiendo del propósito original del Señor, el cual consistía en compartir su dominio y gobierno sobre el mundo con los seres humanos (Gén. 1:27-28), creo que esas actividades incluirán dominar, gobernar y reinar junto con Dios sobre toda la creación (Ap. 22:5). Ir más allá y asegurar con exactitud cuáles serán las actividades es arriesgado.

4) He oído a muchos decir que estaremos alabando y adorando al Señor por la eternidad. Esto es cierto, siempre y cuando entendamos que TODO lo que hacemos es para alabanza de la gloria de Dios, pero no significa que vamos a participar en un culto de iglesia que va a durar toda la eternidad. Seguiremos adorando a Dios a través de las edades, pero por medio de muchas clases de actividades emocionantes, relevantes e importantes.

5) Se podría decir que tu servicio actual para el Señor es una especie de ensayo y capacitación para los nuevos horizontes que el Señor te mostrará para su gloria por toda la eternidad. ¡Qué privilegio y responsabilidad!

Comparte un comentario en Facebook

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...