Conformidad o rebeldía... Un equilibrio necesario


          ¿Sabías que el 90% de los fumadores se inician en el vicio motivados por amigos o medios de comunicación? ¡Qué fuerte presión ejerce el mundo sobre nuestras decisiones! Con razón, sólo en EUA, se gastaron en 1980, 120 millardos de dólares en publicidad.
Es que, es innegable que día a día nos vemos enfrentados por toda clase de reglamentos, convencionalismos y autoridades que nos piden o nos exigen que nos comportemos de cierta manera en determinadas circunstancias. Sin embargo, otras voces nos piden que seamos nosotros mismos y que nos rebelemos en contra de lo establecido. Ante estas dos actitudes, ¿qué debemos hacer? ¿Seremos sumisos y conformistas o rebeldes y sediciosos? ¿Habrá otra alternativa? Examina los siguientes hechos.

1.  La conformidad: ventajas y desventajas
La palabra “Conformidad” se define como la tendencia de los individuos a formar opiniones y a actuar de acuerdo con las actitudes, normas y valores vigentes. A la vez, son las estructuras y procesos que empujan al individuo a adoptar las creencias y prácticas de la mayoría. Con esta definición en mente, debemos aceptar que todos nosotros experimentamos cierto grado de conformidad a reglas establecidas. No existe aquella persona absolutamente libre de reglamentos formales o informales.
Ahora bien, existen varios niveles de “normas” a los cuales se nos pide conformarnos. Como se verá, el nivel de compromiso y obligación varía de acuerdo a cada nivel y a cada persona:

  • Ø  Primer nivel: Amplias normas sociales que se deben cumplir para ser parte de una comunidad. Por ejemplo, cumplir con las diversas leyes del país, pagar impuestos, respetar la propiedad privada, etc.
  • Ø  Segundo nivel: Normas de la comunidad. Ejemplo: presentar documentación en la garita de control de acceso, pagar al vigilante de la colonia, hacer cola ordenadamente para comprar o pagar algo, etc.
  • Ø  Tercer nivel: Normas de grupos específicos: En el trabajo (se exige puntualidad, estándar de calidad como trabajador, etc.); entre amigos (se exige lealtad, se acepta el uso de cierto lenguaje coloquial, etc.); entre colegas (se respeta la ética profesional).
  • Ø  Cuarto nivel: Normas familiares: A qué hora es aceptable llegar a casa, qué tipo de películas se debe ver, cómo se toman las decisiones, etc.
è VENTAJAS DE LA CONFORMIDAD:
o   Nos da una sensación de pertenencia y seguridad a un grupo. 
o   Facilita la interacción con otras personas, ya que tenemos terrenos comunes de conformidad, una obediencia común, etc.
o   Nos permite juzgar y evaluar el comportamiento nuestro y de los demás.  Se identifica más fácilmente un comportamiento socialmente indeseable.
o   Nos permite actuar con naturalidad, ya que podemos anticipar las reacciones de los demás, ya que así reaccionaríamos nosotros.  ¡Necesitamos un poco de conformidad!

è  DESVENTAJAS (Del exceso):
o   Impide la expresión individual de cada uno
o   Tiende a juzgar mal un comportamiento, sólo porque es diferente; no porque es incorrecto en sí.
o   Se pierde la creatividad en el trabajo y en la vida diaria.
o   Se pierde la emoción de lo inesperado en la vida.
o   Nos puede volver predecibles, aburridos y conformistas.
o   Se puede seguir rutas moralmente incorrectas, sólo porque cierta conducta es una norma del grupo:  ej:  las maras, los nazis, el saqueo público.

2. La rebeldía: ventajas y desventajas.
          Nuevamente acudimos al diccionario y encontramos que el rebelde es una persona que “se subleva, faltando a la obediencia debida. Alguien que opone resistencia con tenacidad”. Como puede verse, la palabra tiene connotaciones mayormente negativas. Por ejemplo, es verdad que la naturaleza pecaminosa de los seres humanos es rebelde a la voluntad de Dios, porque no tiene la capacidad de sujetarse a su Soberanía (Rom. 8:7-8). Sin embargo, también existe un aspecto positivo en la rebeldía: la sublevación en contra de nuestros amos naturales: el pecado, el sistema pecaminoso y Satanás.
          è VENTAJAS DE LA REBELDÍA:
o   En el mundo de hoy, es lo que está de moda.
o   Se asocia muy de cerca con la libertad para hacer nuestros deseos.
o   Permite la expresión de ideas y el fortalecimiento de una filosofía personal de vida, en lugar de simplemente repetir los valores de otros.

è DESVENTAJAS:
o   Se cae con facilidad en la ilegalidad y uno se expone a castigos.
o   Llevada al extremo, uno puede llegar a ser antisocial y ser excluido del grupo.
o   Generalmente, no se consideran las consecuencias negativas que conlleva.
o   Fácilmente, uno se puede ver enfrentado con la voluntad de Dios.

3.  LA ALTERNATIVA:  UN BALANCE ENTRE conformidad y rebeldía
Por supuesto, cierto grado de conformidad es necesario para interactuar con otros y ser acogido por los diferentes grupos con los que nos relacionamos. De otra manera, terminaríamos siendo auténticos antisociales. En sí, la rebeldía contra la voluntad de Dios es pecado.
A pesar de ello, la Escritura, no solo permite la crítica sana, sino que la alienta. Es necesario, entonces, que tengamos la capacidad para ser rebeldes bajo ciertas circunstancias y contextos. Considérese lo siguiente:
1.    Es necesario que cada uno reconozca sus propios valores, costumbres, gustos y metas, ya que ello es parte de la individualidad.
2.    Se debe reconocer el derecho de los demás a pensar diferente. Alguien dijo:  “Si en una organización, dos personas piensan igual, una sobra”.
3.    Si tiene un problema qué resolver en su trabajo, ¡es hora de ser rebelde! Busque nuevas e innovadoras maneras de resolverlo.
4.    Ante la injusticia, el delito y la maldad:  ¡es hora de ser rebelde!  No acepte que esas cosas sucedan en su vida, ni en su hogar. Denuncie, busque los espacios y las alternativas que permitan el regreso de la justicia y el castigo de lo malo. Por ejemplo, si en tu centro de trabajo alguien pisotea tus derechos, no busques una simple venganza que agrandará el problema. Aprovecha las alternativas de denuncia, habla con las personas adecuadas y permite que el sistema funcione a favor de la justicia. Claro, si ese sistema no arregla las injusticias, será hora de ser rebeldes y hacer un cambio de esa “Matrix”.
5.    Ante los malos valores sociales: ¡es hora de ser rebelde! Busque lo que el ético y correcto; aunque vaya en contra de la mayoría. Por ejemplo, si todos copian en los exámenes, pon en acción tu rebeldía y haz el compromiso de obtener tus propias calificaciones, para la gloria de Dios.
6.    Grandes hombres de bien para la humanidad fueron rebeldes ante el error, la ignorancia y el atraso:  Galileo, Edison, los hermanos Wright,
7.    El mayor rebelde de todos fue Jesucristo, quien se negó a dejar a la humanidad en la situación de pecado y miseria y dio su vida por nosotros.
8.    Cristo mostró el balance perfecto:
  • Se conformó a la humanidad, siendo uno de nosotros en todo, pero sin pecado (Jn. 1:14; Heb. 4:15).
  • Permaneció en rebeldía permanente contra el pecado y la corrupción; contra el error, la “autocomplacencia” y la soberbia (Mt. 20:25-28).
  • Cristo vino porque desea que nosotros vivamos como él; que vivamos una vida abundante (Jn. 10:10), conformes sólo a su carácter santo (Rom. 8:29).  ¿Serás tú lo suficientemente rebelde y valiente como para ajustarte al estilo de vida del Hijo de Dios?  ¡Que así sea! Amén.

¿Por qué insistimos en la autoridad de la Biblia?

           
(Publicado en la revista Líder Juvenil)
www.liderjuvenil.com


 Esta es una acelerada época que busca resultados efectivos a corto plazo. En el terreno del ministerio de la iglesia, lo anterior implica la búsqueda, a veces entusiasta, a veces desesperada, de métodos para alcanzar frutos rápidos y visibles. En relación con el ministerio juvenil, el fenómeno es, quizá, más acentuado aún. La mayoría de líderes juveniles están en permanente búsqueda de métodos más divertidos, más recientes o más emocionantes para instruir, entretener o simplemente motivar a los jóvenes. En este contexto, las fuentes de autoridad también se tambalean y se vuelven inestables y cambiantes. Así, los ministerios que insisten de manera obstinada en que la Biblia es la máxima autoridad en todo asunto de fe y práctica corren el riesgo de ser tildados de ingenuos o, peor aún, obsoletos. ¿Por qué deberíamos empeñarnos en mantener la autoridad absoluta de la Palabra en estos globalizados tiempos de los métodos gerenciales y tecnocráticos? Considera las siguientes cuatro razones teológicas.

Primera: Es el único libro que tiene origen divino.
            Uno de los textos clásicos en la teología de la revelación cristiana es 2 Timoteo 3:16. Aquí, el apóstol Pablo señala el origen divino de la Biblia utilizando una sola palabra griega: Theopneustos, traducida “inspirada por Dios”. Esta frase, la cual podría ser traducida literalmente “soplada o espirada por Dios”, posee dos implicaciones teológicas: primero, que la Biblia es la única fuente de autoridad que tiene un origen claramente divino. La única vez que aparece la palabra griega ya mencionada es para referirse a la Escritura. Aunque muchas veces se utiliza la palabra “inspirado” para referirse a algún canto o predicación, la verdad es que esa palabra está reservada solamente para la revelación escrita de Dios. Por tanto, las canciones que cantamos o las enseñanzas que escuchamos son valiosas en la medida en la que reflejan los infalibles principios de la Palabra de Dios.
            La segunda implicación teológica de la frase “inspirada por Dios” es que, técnicamente,  lo inspirado son los libros; no los autores. Por supuesto, la frase “inspirados” en español aparece también en 2 Pedro 1:21 para referirse a los escritores. Sin embargo, la palabra griega no es la misma. Pedro utiliza la palabra ferómenoi, la cual significa “llevados”, “guiados” o “impulsados”, como traduce la NVI. Por supuesto, el Señor ejerció una acción guiadora y directora sobre los escritores humanos. Sin embargo, no es exacto utilizar la palabra “inspirados”, ya que, como ya se ha mencionado, esta palabra está reservada exclusivamente para el resultado de su trabajo: los libros de la Biblia. En este sentido, entonces, todo lo que Moisés escribió en la Escritura es inspirado por Dios, pero no todo lo que el líder escribió o dijo en su vida lo es. Como puede verse, la Palabra de Dios es superior aun a sus escritores humanos. Por ello es que debemos insistir en su autoridad absoluta.

Segundo: La Palabra de Dios da origen al pueblo redimido
            En su primera carta, el apóstol Pedro afirma que los creyentes son “renacidos… por la Palabra de Dios…” (1 Pedro 1:23). Lo que este pasaje comunica es que la vida de Dios; la vida eterna; la vida verdadera es generada por la predicación de la Palabra eterna del Señor. En el pasaje se contrasta el nacimiento por medio de “simiente corruptible” (es decir los padres terrenales) y el segundo nacimiento, el cual se efectúa por la Palabra “que vive y permanece para siempre”. Santiago 1:18 reafirma este concepto, cuando dice que Dios “nos hizo nacer por la palabra de verdad”.
Existe una discusión muy común en la Bibliología que trata de definir si la iglesia origina la Escritura a través de su aceptación de los libros inspirados. Sin embargo, a la luz de estos pasajes, se puede decir que no es la iglesia la que le da autoridad a ella, sino al contrario: la Biblia es la que le infunde vida al pueblo del Señor. Como dice Samuel Escobar, “el pueblo surge de la Palabra, por eso se somete a ella”. Cualquier tradición, opinión, método o costumbre de la iglesia queda supeditada al escrutinio vivificante y final de la imperecedera Palabra de Dios.

Tercero: La Biblia señala a una persona: Jesucristo.
            A pesar del aprecio y respeto que los creyentes poseemos por la Biblia, corremos el riesgo de caer en el extremo de casi llegar a ser “bibliólatras”. Esta frase puede sonar extraña, pero lo cierto es que no debemos olvidar que la Biblia es el medio de revelación que señala a una Persona: Jesucristo. El mismo Jesús lo ratifica cuando afirma con autoridad que las Escrituras “dan testimonio de mí” (Jn. 5:39). Además, cuando se apareció a los discípulos en el camino a Emaús, declaró que todo el Antiguo Testamento (“la ley de Moisés, los profetas y los Salmos”) daban testimonio acerca de él (Lc. 24:44). ¿Te das cuenta? En otras palabras, la Escritura es valiosa porque nos da la oportunidad única y sublime de conocer a través de ella nada menos que al Maestro de maestros; al Rey de reyes y Señor de señores.
            De acuerdo a esa perspectiva, entonces, el poder de la Palabra de Dios no se encuentra en sus páginas; es decir en el papel, la tinta y la cubierta utilizados en su fabricación. Su poder se encuentra en la capacidad sobrenatural de mostrar el carácter y la gracia de Cristo a través de la preparación, la ejecución y la consumación del plan divino para la humanidad. Dicho de otra manera, la Biblia no es un amuleto de la buena suerte o una suerte de símbolo mágico que ahuyenta los malos espíritus. Su autoridad proviene de la historia y los principios que revela, ya que éstos son un testimonio de la Persona más importante de la historia: Cristo Jesús. Esa es una de las más importantes razones para insistir en la autoridad de la Palabra de Dios.
             
Cuarto: La Biblia transmite el poder de Dios que transforma la vida del creyente
            Ya se mencionó antes que la Escritura da origen al pueblo de Dios, por medio de la predicación. Ahora se debe señalar que, además, la Palabra de Dios posee en sí misma el poder transformador de Dios. Pablo lo declara en su primera carta a los Tesalonicenses cuando los felicita por haber recibido su predicación, no como un mero discurso humano, sino como la Palabra de Dios, “la cual actúa en vosotros los creyentes” (1 Ts. 2:13). La palabra utilizada por el escritor es energeitai, la cual da la idea de trabajar de forma activa y efectiva. Como puede verse, el apóstol personaliza la Escritura y le da un poder independiente del predicador, ya que es ella la que actúa para transformar al creyente. Lo anterior está en consonancia con otros pasajes que dicen que la Biblia tiene vida propia y realiza cambios notables en la vida (Heb. 4:12).
Por otro lado, es oportuno señalar en esta época casi obsesiva con el tema de la liturgia que la obra poderosa de transformación viene a través del estudio fiel, perseverante y serio de la Palabra del Señor, no de los cantos o las ceremonias que realizamos en el culto, por muy agradables y necesarias que sean dichas actividades. Lo anterior implica que, la iglesia podría crecer en su relación con Dios aun sin tener cantos, ayuda social u ofrendas, pero no podría hacerlo sin la Palabra del Señor. Es más, la iglesia podría seguir siendo transformada sin tener predicadores, siempre y cuando cada miembro estudiara eficazmente la Biblia por su cuenta. Así de autoritativas son las Escrituras, las cuales nos pueden “hacer sabios” para la salvación.
En estos tiempos en los que se idolatra el éxito, la Biblia parece ir cediendo su lugar ante los métodos novedosos y “más efectivos”. Sin embargo, su autoridad se mantiene intacta, debido a su origen divino, a su precedencia sobre el pueblo de Dios, al testimonio fiel de Jesús y a su poder transformador. No existe otra fuente de autoridad que tenga credenciales tan elevadas como la Escritura. Estas son, no solo fuertes razones para insistir en su autoridad absoluta, sino también motivos teológicos prácticos para elevarla hasta el sitio que ella se merece en la vida personal y comunitaria de los miembros de la iglesia del Señor.

Me gradué... Y ahora, ¿Qué voy a estudiar?


Siete consejos sobre la vocación, la voluntad de Dios y los estudios


Los compañeros comienzan a despedirse... se acercan los exámenes finales... hay que comprar el vestido de graduación... hay que hacer los últimos pagos... Todo este ambiente anuncia la llegada del momento agridulce del final de los estudios secundarios. La meta de la graduación está muy cerca. Sin embargo, hay otros pensamientos que asoman inoportunos: “Qué voy a estudiar ahora?”; “¿A qué me voy a dedicar?” “¿Por qué cuesta tanto decidir?”.

Los siguientes consejos tienen como propósito ayudarte en la delicada y emocionante decisión de tus estudios y tu vida futura.

1. Dale a esta decisión la importancia debida.

Esto significa que no debes relegar el tema a un segundo plano con la actitud de “cuando llegue a la ventanilla de la universidad voy a decidir”, aunque tampoco debe ser motivo de continuos desvelos.


2. Ora al Señor buscando su perfecta voluntad y dependiendo de él.

No menosprecies la oración. Recuerda que la Palabra de Dios nos anima a que “sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7).


3. Rodéate de buenos consejos y consejeros.

La Biblia enseña que “Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo; Mas en la multitud de consejeros se afirman” (Proverbios 15:22). Escucha el sano consejo de tus padres, de tus maestros del colegio o de líderes maduros de la iglesia. Sus palabras podrían ser una luz en un camino que se ve algo borroso y te ayudarán a tomar una mejor decisión.


4. Consigue toda la información que puedas:

(a) En muchas instituciones educativas de secundaria se ofrecen pruebas vocacionales que buscan descubrir y hacer patentes tus aptitudes, tus intereses y tus características como persona.

(b) Conoce las diferentes universidades que hay en la ciudad y consigue prospectos de las carreras que ofrecen. Averigua cuáles son los servicios que se ofrecen (biblioteca, transporte, fotocopias, librería, etc.) y, además, los costos del estudio y de esos servicios. Habla con amigos que estudian en distintas instituciones y pregunta acerca de las ventajas educativas, el nivel académico, las clases, el ambiente, etc.

(c) Con objetividad, analiza los límites que tienes y los obstáculos que te presenta el estudiar en tal o cual institución universitaria. Por ejemplo, si los costos son muy altos, si la universidad está muy lejos o si se exige cierto nivel de calificaciones que, quizá tú no tienes, analiza si debes trabajar para pagar los estudios, etc.


5. Usa criterios claros, basados en tus valores.

Los siguientes, son algunos criterios que puedes usar para evaluar una carrera:

(a) Escoge una carrera que te permita glorificar al Señor y servir a los demás: Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís” (Colosenses 3:23-24).

(b) Escoge una carrera que te permita realizarte como persona y que te dé satisfacción en el trabajo: es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor” (Eclesiastés 3:13).

(c) Escoge una carrera que te dé constantes oportunidades de desarrollo profesional y no que te obliguen a estancarte.

(d) No escojas una carrera solamente por uno o varios de por los siguientes motivos:

Ø Porque esa es la carrera que estudiarán mis amigos.

Ø Porque esa carrera es más fácil.

Ø Porque es la que da más dinero.

Ø Porque es la carrera más corta.

Ø Aunque los motivos anteriores no son necesariamente malos, recuerda que está en juego una buena parte de tu vida futura. No escojas con base en motivaciones simplistas o egoístas.


6. Toma la decisión de buscar la excelencia en todo el trabajo que emprendas.

Esta actitud te permitirá estar listo para emprender retos nuevos con entusiasmo y carácter. En ese sentido, toma en cuenta lo siguiente:

Ø Ten cuidado al escoger una carrera muy nueva (recién iniciada). Puede ser que se cierre por falta de planificación o de estudiantes.

Ø Ten cuidado al escoger carreras con muchos estudiantes. En esas condiciones, la calidad académica baja y la competencia profesional es mucha. Podrías terminar en un mercado saturado de profesionales de esa carrera, lo cual disminuye tus posibilidades.

Ø Procura obtener cierta experiencia profesional mientras estudias, aunque sea en un empleo temporal o como asistente de algún profesional que está estudiando tu carrera.


7. Recuerda que el Señor quiere dirigirte, porque él tiene interés en todas las áreas de tu vida.

Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jeremías 29:11);

“Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos” (Salmo 32:8);

Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará. (Salmo 37:5).

Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas (Proverbios 3:5-6).



Perspectivas para comprender la esencia del discipulado


(Artículo mío publicado en la revista Líder Juvenil (www.liderjuvenil.com))

Matías es un joven que creció en un hogar cristiano. Él es parte de un grupo juvenil exitoso en una iglesia considerada más o menos exitosa en su ciudad. Como parte de la estrategia para la formación de líderes, Matías fue invitado a ser parte de uno de los grupos de crecimiento de su iglesia. Se estaba utilizando un libro de trabajo doctrinalmente sólido y juvenil en su perspectiva. Además, las reuniones eran animadas y participativas. Por dos años y medio, Matías asistió y participó en los ejercicios que el material utilizado le pedía.

Un día, Matías decidió irse a la capital a seguir estudios universitarios. El grupo de crecimiento le hizo una reunión de despedida, el pastor de jóvenes lo pasó al frente y afirmó que “este es uno de los jóvenes que representará a Jesucristo y a nuestra iglesia de maneras eficaces en dondequiera que vaya”. Sin embargo, dos meses después, el grupo de jóvenes escuchó que Matías había dejado de asistir a la iglesia en la otra ciudad. Unas semanas después, el pastor de jóvenes se encontró con él en la calle y le preguntó cómo le iba en sus estudios y en su relación con Dios. Con un tono que no llegaba a ser de disculpa, Matías le dijo: “Mire, pastor. La verdad es que recuerdo con cariño las reuniones que teníamos, y el material que estudiamos era muy bonito, pero creo que ya esa es una etapa de mi pasado. Ahora tengo que preocuparme por mis estudios y por salir adelante en cosas más reales, como buscar trabajo. Si quiere, puede orar por mí, ya que creo que mi relación con Dios está fría”.

Andrés es un joven que creció en la calle. Su papá se había ido a Estados Unidos hacía un par de años. Su mamá vendía ropa usada para sostener a sus cuatro hijos, dos de los cuales ya hablaban sobre irse “al norte”. Su mejor amigo era Pablo “El Flaco”, un muchacho mayor que él y que ya se había metido en problemas con la policía varias veces. Andrés y el Flaco pasaban juntos casi todo el día platicando, contando chistes y buscando maneras de conseguir dinero fácil o de gastar el que el papá de Andrés le enviaba.
Casi un año después, la policía se enfrentó a tiros con los dos muchachos por sospecha de posesión de drogas. El Flaco se defendió con furia demoniaca hasta que una ráfaga de balas le arrebató la vida. Andrés fue capturado vivo y, en medio de gritos rabiosos, maldecía a los policías, a los periodistas y a quien se pusiera en frente. Unas horas después, mientras era interrogado, el detective le preguntó: “¿Es tu nombre Andrés Montoya?”. Con una mirada de odio y una sonrisa cínica, Andrés respondió: “Puedes llamarme ‘El hijo del Flaco’”.

No hace falta analizar mucho para saber en cuál de los dos casos hubo un verdadero discipulado. Ambas historias son técnicamente ficticias, pero representan, mayormente, la práctica discipular que existe a nuestro alrededor. Muchos jóvenes llevan vidas “correctas” delante de sus líderes, y aprenden a aparentar madurez y a jugar el juego del “buen discípulo”, pero la verdad es que, sus convicciones resultan poco menos que un mero formalismo religioso; sin significado real. A la vez, existe otra clase de formación; una menos formal, pero más efectiva: la de las relaciones significativas; la del discipulado real. Es por ello que en esta ocasión, se buscará observar el discipulado desde dos perspectivas diferentes: la bíblica y la práctica para obtener una idea más adecuada del concepto y así refinar las estrategias resultantes.


El concepto de discípulo en la Biblia
En el Antiguo Testamento. La palabra hebrea para discípulo es limmud, la cual aparece raramente en el Antiguo Testamento (véase Is. 8:16 y 1 Cr. 25:8). A pesar de ello, por supuesto, el concepto no era desconocido en la época. De hecho, la práctica de aprender bajo la tutela de otra persona está presente en muchas ocasiones. Véase los muy ilustrativos ejemplos a continuación.

a) Moisés y Josué. Es interesante que en varias ocasiones Josué es llamado “servidor de Moisés” (Ex. 24:13; 33:11; Jos. 1:1) o “ayudante de Moisés” (Núm. 11:28). Incluso, Dios mismo reconoce el vínculo que tienen y, cuando habla con Moisés acerca de su sucesor, se refiere a Josué como “el cual te sirve” (Dt. 1:38). Al parecer la relación entre ambos era de mucha confianza, al extremo que Moisés es quien le cambia el nombre de Oseas a Josué (Núm. 13:16). Cuando ya estuvo listo, el líder lo presenta como su sucesor ante la congregación, por mandato de Dios (Núm. 27:16-23; Dt. 34:9). Es interesante que lo que Dios le ordena que haga con Josué es animarlo y fortalecerlo y eso fue lo que hizo (Dt. 1:38; 3:28; 31:7, 23).

b) Elías y Eliseo. En este caso, fue Dios quien le ordenó a Elías que nombrara su sucesor a Eliseo. Lo primero que hizo, cuando lo halló, fue echar su manto sobre él (1 R. 19:19), en un gesto que posiblemente indicaba la investidura y llamamiento para el oficio de profeta. Que así lo entendió Eliseo se observa en el hecho de que pidió permiso para despedirse de su familia (19:20) y, luego, en una acción que indicaba entrega radical, mató los bueyes y utilizó el arado para cocer su carne y celebrar el inicio de una nueva vida. Luego, “fue tras Elías y le servía” (1 R. 19:21). Tres veces se prueba la disposición de Eliseo de permanecer con Elías (2 R. 2:2, 4, 6) y cada vez mostró una firme lealtad y compromiso hacia su padre espiritual. Más aún, cuando su separación estaba cerca le pidió una “doble porción de tu espíritu”; es decir, lo que correspondía al hijo mayor de la familia (Dt. 21:17). En otras palabras, Eliseo pidió ser reconocido como el sucesor legítimo de Elías y así poseer un ministerio caracterizado por el poder de su líder, lo cual le fue concedido por el Señor. La influencia de uno sobre otro se aprecia en el hecho de que, en muchas ocasiones, los estudiosos de la Biblia y la historia israelita se refieren a esta como la época de Elías y Eliseo.

c) Padres con sus hijos. En el Antiguo Testamento, se esperaba que los formadores fundamentales del carácter y las convicciones de los hijos fueran los padres. Desde la fiesta de la Pascua celebrada en el seno familiar (Ex. 12), pasando por Deuteronomio 6:6-9, hasta los prácticos Proverbios (1:8; 6:20; 13:1; 15:5, 20; 23:2, etc.), se esperaba que la enseñanza y el modelo de vida proviniera, no principalmente de los maestros oficiales, sino del hogar como primera escuela de discipulado. Las enseñanzas del templo y de los levitas debían funcionar solamente como apoyo y complemento de lo que los padres hacían.

En el Nuevo Testamento. El término usado en el Nuevo Testamento es el griego mathetés, que significa simplemente, un aprendiz o alumno. La palabra se encuentra 262 veces en el Nuevo Testamento, todas en los Evangelios y Hechos. Lo anterior hace recordar que el tema del discipulado como tal es típico del ministerio de Jesús y sus apóstoles. Nótese las siguientes observaciones:

a) Los primeros seguidores de Jesús entendían el concepto de seguir a un maestro. No era, estrictamente hablando, algo nuevo para ellos. Ellos habían oído de los discípulos de Moisés (Jn. 9:28), de los de Juan el Bautista (Mr. 2:18) y aun de los de los fariseos (Mt. 22:16). En el mundo griego, la palabra se utilizaba para referirse a un aprendiz de filósofo; es decir, alguien que tomaba la iniciativa para estar con su maestro para aprender de su sabiduría y sus reflexiones. Entre los judíos, el aprendiz pasaba mucho tiempo con el maestro, compartiendo no solo enseñanzas, sino también experiencias diarias, puntos de vista y aun, en muchos casos, su estilo de vida (cp. Jn. 1:38-39). En resumen, el maestro llegaba a ser casi como un padre para el alumno. Por supuesto, la meta era que los discípulos llegaran a ser maestros y enseñaran a otros.

b) Un pasaje que parece resumir la experiencia de enseñanza integral de Jesús con los futuros apóstoles es Marcos 3:14-15. En primer lugar, el texto dice que Jesús seleccionó a un grupo particular de entre sus seguidores (“estableció a doce”). En segundo lugar, el propósito de llamarlos fue que lo acompañaran, al estilo de los maestros judíos, para recibir una influencia directa de parte suya (“para que estuviesen con él”). En tercer lugar, se puede apreciar cómo Jesús les delegó trabajos y les confió diversas labores ministeriales, dándoles autoridad para actuar tal y como él lo hacía (“para enviarlos a predicar y para que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y echar fuera demonios”). Por supuesto, otras estrategias incluían enseñanza, preguntas, lecciones objetivas, historias, desafíos, etc. En resumen, lo que estos doce jóvenes experimentaron fue una total inmersión en la vida de su maestro.

c) Es obvio, a la luz de los evangelios, que Jesús hizo diferencias en cuanto al nivel de relación con sus discípulos. Desde el “círculo íntimo” formado por Juan, Pedro y Jacobo y luego los doce, pasando por los setenta, hasta un grupo más grande, llamado genéricamente “discípulos”, entre los cuales había algunos que no estaban totalmente decididos a seguir a Jesús (Mt. 8:21). Estas diferencias marcaron la intensidad de relación que tendría con cada círculo. Sin duda, la mayor influencia y el mayor cuidado fueron ejercidos sobre los doce.

d) Al final de su vida, Jesús le encarga a sus seguidores a que busquen y enseñen lo aprendido a otras personas provenientes de “todas las naciones” (Mt. 28:19). Es más, en un sentido muy real, parece que Jesús desea que los discípulos sean sucesores suyos y que continúen su obra (Lc. 6:40; Jn. 14:12; 20:21).

e) Aunque el resto del Nuevo Testamento no emplea la palabra “discípulo” para hablar de estas relaciones de influencia, es claro que existen. El ejemplo más destacado e importante para el rumbo que tomará la historia del cristianismo apostólico es el de Bernabé buscando, defendiendo, preparando y estimulando a Saulo, futuro gran líder y teólogo de la iglesia primitiva.

f) A su vez, el apóstol Pablo acostumbraba a hablar de sus “colaboradores”: Urbano (Ro. 16:9), Timoteo (Ro. 16:21; 1 Ts. 3:2), Tito (2 Co. 8:23), Epafrodito (Fil. 2:25), Filemón (Flm. 1), Priscila y Aquila (Ro. 16:3), Marcos, Aristarco, Demas y Lucas (Flm 24). Sin embargo, las relaciones más cercanas las desarrolló con unos cuantos “hijos en la fe”: Timoteo (1 Cor. 4:17; Fil. 2:22; 1 Tim. 1:2; 2 Tim. 1:2), Tito (Tit. 1:4) y Onésimo (Flm 10) y muy probablemente otros más. Parece que la relación con estos “hijos” era muy cercana y similar a la que mantenía Jesús con sus discípulos.


La esencia del discipulado hoy
Como puede verse, en la Biblia existe una perspectiva diversa pero clara acerca de la relación que existe en lo que llamamos discipulado. Sin embargo, estos datos podrían quedar solamente como interesantes pero triviales curiosidades de la época bíblica, si no se reflexiona en sus implicaciones para el ministerio discipular en las iglesias de hoy. Es lo que se busca hacer en esta sección.

a) El discipulado no es una manera de fabricar cristianos en serie. En este mundo capitalista globalizado el lenguaje de los negocios se está imponiendo en muchas áreas de la vida, incluso de la iglesia. Así, la mentalidad de muchos líderes al iniciar programas discipulares no es la de formar personas a la imagen de Jesucristo, sino la fabricación de un producto. Aun el escritor LeRoy Eims, por ejemplo, en su excelente libro sobre el tema, El arte perdido de discipular, compara la formación de discípulos con una fábrica de zapatos, en la cual “el objetivo… no es producir zapatos sino discípulos” (pág. 64). Aunque el propósito de ese autor es el de señalar el fracaso en la formación de personas capacitadas, sin embargo, para evitar confusiones, se debe aclarar que no se trata de crear un producto en serie, ya que las personas poseen sus propias particularidades y distintivos. En este sentido, los patrones y modelos deben ser generales, ya que, lo que funcionó para unos puede no hacerlo para otros. Es que cada discípulo se desarrolla de manera única, de acuerdo a su personalidad y características individuales.

b) El discipulado no es un programa de enseñanza o uso de un material. Este es uno de los conceptos más comunes en las iglesias. De hecho, una de las primeras preguntas que hace un líder que desea iniciar reuniones de discipulado es “¿Cuál es el libro que vamos a utilizar?” o la otra, muy parecida, “¿Qué sistema vamos a seguir?”. Es que, por muy necesario que sea un temario o una guía de estudio, hay que recordar que el estudio de tal o cual material no provocará una automática madurez. De acuerdo a esta idea, las iglesias podrían dar –de hecho muchas lo hacen– un diploma certificando que la persona ha completado el material de estudio y brindándole el flamante título de “Discípulo de Cristo”, sin haber pasado por los rigores de ser aprendiz de “alguien”, ni mucho menos por los siempre difíciles y lentos pasillos de las relaciones personales. Esta actitud termina divorciando la Biblia de la convivencia, convirtiendo el proceso en un ejercicio teórico; mental, no integral. Interesante, pero que no transforma.

c) El discipulado es una reproducción de vida. Fue Juan Carlos Ortíz, en uno de sus más famosos libros, Discípulo, quien lo dijo de manera contundente: “Un discípulo es uno que aprende a vivir la vida que vive su maestro y poco a poco enseña a otros a vivir la vida que él vive… Por lo tanto, el discipulado no es comunicación de conocimiento o información. Es comunicación de vida… El hacer un discípulo es hacer la duplicación de uno mismo” (pág. 121). Dicho de otra forma, es ocuparse menos por los utensilios de la iglesia y más por las personas de la iglesia; es dejar de ser un funcionario y convertirse en amigo; es dejar de perder el tiempo en compromisos estelares y comenzar a invertirlo en cultivar relaciones fuertes y duraderas. Es que a menudo te busquen en la oficina y no estés allí, sino tomando un café con un joven en dificultades, compartiendo tus propias debilidades y lo que Dios te ha enseñado en su Palabra. Es sentirse feliz y no celoso por el triunfo de un discípulo, como un padre siente suyos los logros de un hijo. Es que tus allegados comiencen a contar las mismas ilustraciones que te escucharon a ti y que presenten ideas tuyas y que agreguen “Esta es mi convicción”.

d) El discipulado es convertirse en un aprendiz de Jesús. No es suficiente que el mentor cristiano reproduzca su propia vida en sus discípulos. En último caso, todo creyente es un seguidor de Jesús. En este sentido, toda relación, currículo de estudio, actividad o reunión de grupo debe tener como meta llevar a los jóvenes a “ser hechos a la imagen” de Cristo (Ro. 8:29). A la vez, toda búsqueda por reproducir la vida debe ir acompañada de una humilde actitud de saberse instrumento en las manos de Dios; solo un espejo que refleja la gloria de Cristo (1 Co. 11:1).

e) El discipulado es estar consciente del costo y estar dispuesto a sobrellevarlo. Jesús contó una parábola muy ilustrativa. Él dijo que había que sentarse y calcular el costo de seguirlo, para no quedar en ridículo al no poder terminar el proyecto de vida que un día se inició (Lc. 14:28-30). Ello contrasta con el esfuerzo de muchas iglesias, las cuales tratan de atraer discípulos prometiendo muchos beneficios, generalmente terrenales, tales como prosperidad, nuevos niveles de ministerio o mayor poder espiritual. Sin embargo, las palabras de Jesús son contundentes: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame” (Lc. 9:23). El teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer explica así estas palabras: “Toda llamada de Cristo conduce a la muerte… la muerte en Jesucristo, la muerte de nuestro hombre viejo a la llamada de Jesucristo” (El precio de la gracia, pág. 82). Este morir al yo y a las pasiones y los deseos propios debe ser enseñando a los discípulos que se selecciona.

Conclusiones e implicaciones
A la luz de las observaciones y reflexiones anteriores, hay varias conclusiones a las que se puede llegar:

1) Es necesario que el eje del ministerio sea la formación y no solo la información. En otras palabras, en lugar, por ejemplo, de solamente preocuparse por preparar una buena charla y tener una dinámica alabanza, hay que asegurarse que los jóvenes estén siendo moldeados a través de las enseñanzas de la Escritura, en el contexto de una beneficiosa influencia proveniente de sus líderes espirituales.

2) Es necesario dedicar más esfuerzo y atención a menos personas. Por supuesto, la frase anterior parece contradecir la meta de tener ministerios juveniles exitosos. Sin embargo, así como Jesús dedicó la mayoría de sus tres años de ministerio a un grupo de doce hombres que luego pondrían de cabeza al mundo (Hch. 17:5), así la preparación y capacitación deben estar enfocadas en un grupo de relativamente pocas personas, las cuales reproducirán su vida en otras personas, las cuales, a su vez, se volverán a reproducir (2 Tim. 2:2).

3) Es necesario planear de manera consciente la estrategia mediante la cual se pasará la estafeta del ministerio a nuevas generaciones de líderes. Esta actitud de búsqueda y transmisión ministerial y vital pone en una correcta perspectiva el papel del líder dentro del desarrollo del pueblo de Dios: su trabajo no es hacer la obra de Dios, sino capacitar a personas que la hagan (Ef. 4:11-12); no se trata de ser estrellas, sino facilitadores; no se trata de construir edificios ministeriales impresionantes, sino puentes para que las nuevas generaciones tengan la solidez en Cristo que necesitan.

4) Las condiciones de la cultura actual convierten en urgente la revisión de las filosofías y prácticas cristianas sobre el discipulado. Esta ya no debería ser un programa adjunto a la iglesia; ya no debería ser una reunión semanal más. Se requiere de personas dispuestas a pagar el precio del anonimato a largo plazo, pero con la habilidad y disposición de preparar a otros para que tomen las riendas y se lleven los reconocimientos y aplausos. El líder efectivo de la iglesia ya no se puede dar el lujo de ser solo un espectador pasivo, mientras muchos jóvenes se tambalean en sus convicciones y viven vidas apenas religiosas. Esta es la hora de la influencia; es hora de inyectar vida; es hora de tener hijos espirituales, en lugar de oyentes.

Comparte un comentario en Facebook

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...