¡El pueblo de Dios enfrentado con Dios! (Miqueas capítulo 2)

Publicado en "El Encuentro con Dios"
Unión Bíblica

¿Pueblo de Dios enemigo de Dios? Parece una falsedad o al menos una exageración. Es que cada vez es más común entre los cristianos de hoy pensar que por ser hijos de Dios, el éxito es seguro en todo momento. Sin embargo, el pasaje de este día describe las condiciones en las que el pueblo de Dios se coloca a sí mismo como auténtico adversario del Señor.
            Miqueas es muy específico en cuanto a la naturaleza de los pecados del pueblo. Tanto, que parece que estas palabras provienen de algún noticiero de nuestros países. La codicia, la corrupción, la violencia, el latifundio y la opresión contra los pobres y desposeídos son parte de una vergonzosa galería de impiedades que ocurrían en el seno de “mi pueblo”. La verdad es que, muchas veces, estos pecados son percibidos solo como consecuencia natural del sistema económico o político en que se vive. Otras veces se exhorta a los creyentes a callar o ser indiferentes frente a esta “realidad inevitable de la vida”. Sin embargo, el mensaje del profeta es explícito en el sentido de que, así como estos malvados “piensan” y planean cómo aprovecharse del prójimo (v. 1), así el Señor de los cielos “piensa” y planea cómo será el castigo terrible por los abusos contra sus hermanos (v. 3). El castigo será tan ejemplar que las futuras generaciones se burlarán de ellos por haberse enfrentado al Poderoso Dios (v. 4). La sentencia es terrible, pero justa.
La reacción de muchos es casi igualmente vergonzosa como los pecados mismos. Dicen que si son parte del pueblo escogido, Dios no puede estar en su contra (v. 7). A pesar de ello, el Señor mismo afirma que ellos se han colocado como sus enemigos (v. 8). Sus falsos profetas, que predican lo que a ellos les gusta no los salvarán. ¡Qué terrible! ¡El pueblo escogido de Dios se porta como enemigo! Dios traerá restauración en un día glorioso, pero después de pasar por el justo castigo del Señor. ¡Solo algunos se librarán de ese terrible juicio divino! ¡Qué horror es verse enfrentado a Dios por la codicia!
Aplica
¿Cómo tratas a los más pobres que tú? ¿Eres culpable de estos terribles pecados en contra del prójimo? ¿Debes arrepentirte de estos u otros pecados?

Señor, prometo que mi caminar contigo será evidente en mis relaciones de justicia y misericordia para con el prójimo. Así mostraré que soy parte de tus fieles.

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