Publicado en la Biblia para el Líder Juvenil
Una famosa calcomanía de hace unos años decía “Dios existe. Yo hablé con Él
esta mañana”. Como eslogan era muy bonito y motivador. Sin embargo, pocas
personas, si es que acaso había alguna, pretendían decir que habían entablado
un diálogo directo con el Señor. Y entonces, ¿qué queremos decir cuando
afirmamos que cada creyente habla con Dios y que, a su vez, éste le habla al
cristiano? ¿Tiene algo que decir el Señor ante las decisiones, los dilemas y
los problemas de la vida diaria de cada uno de nosotros? En ese sentido, hay
por lo menos tres maneras posibles de contestar. La primera es que Dios ya
habló en la Biblia, por lo tanto, no es necesaria ninguna otra guía. Los creyentes
que sostienen esta opinión están preocupados por mantener y defender la autoridad
de la Palabra de Dios. Su criterio es que, fuera de la Escritura, no se debería
buscar otra guía u orientación para la vida diaria. Aunque esta postura exalta
la autoridad de la Biblia y eso siempre es admirable, la verdad es que es poco
realista. Prácticamente todos los cristianos, incluyendo a los de esta opinión,
afirman que tienen una relación con Dios, la cual, por definición, es dinámica
e implica una comunicación constante con el Señor. Por otro lado, ¿cómo pueden
explicar las oraciones contestadas o la guía del Espíritu Santo, la cual Jesús
prometió a sus seguidores (Jn. 14:26)?
La segunda manera de
contestar la pregunta es que el Señor da nuevas revelaciones que están al nivel
de la Biblia o la complementan. Quienes sostienen esta postura insisten en que,
ya que Dios “es el mismo ayer y hoy y por los siglos” (Heb. 13:8), entonces si
le habló directamente a Moisés, asimismo le puede hablar a un líder, pastor o
creyente de hoy. De hecho, esta práctica suena muy espiritual y da la idea de
que es posible llegar a un nivel élite de relación con Dios. Incluso, estos
creyentes están dispuestos a seguir una revelación sobrenatural aunque
contradiga las enseñanzas de la Biblia. Si hemos de ser honestos, esta postura
ha llevado a muchas iglesias e individuos por el camino del error y la
manipulación maliciosa. Estos hermanos olvidan el principio de Dt. 13:1-3, que
enseña que, si alguien hace una señal o milagro, pero enseña que hay que seguir
a dioses falsos, no se debe prestar atención a ese profeta. En este sentido,
debemos decir que ninguna revelación o idea se puede colocar al nivel de la
Sagrada Escritura.
La tercera manera de
contestar la pregunta es que el Señor sí se comunica el día de hoy, pero a
través de la Biblia y también utilizando otros medios, los cuales deben ser
juzgados y sometidos a la autoridad final y absoluta de la Palabra de Dios.
Según esta opinión, entonces, la Biblia es la revelación de Dios que nos
muestra la máxima revelación de Dios:
Jesucristo. En efecto, Heb. 1:1-3 habla de los medios variados que Dios utilizó
para hablar en el pasado, solamente para afirmar que ahora habla por medio de
su Hijo, el cual es el resplandor de su gloria y la fiel imagen de quién es Él
(Heb. 1:2). ¿Puede haber revelación más completa y sublime? En otras palabras,
la Biblia es la más confiable revelación de Dios; sabemos que viene de Él. Los
demás medios, tales como la guía del Espíritu Santo, los consejos de hermanos o
líderes maduros o aun las circunstancias que rodean determinado evento o decisión,
deben estar ajustados a los principios eternos de la Escritura, ya que Dios no
se contradice nunca. Así, entonces, la supuesta revelación de que alguien debe
tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, debe ser rechazada sin hacer
más preguntas. En resumen, se aconseja aferrarse con todo el corazón en la
Escritura y, con cautela y sabiduría, dejarse guiar por el Señor, el cual desea
hacernos saber su Voluntad para que nosotros la sigamos con fidelidad.
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