Ya salió la revista "Líder Juvenil" Número 25. Tema: TEOLOGÍA Y MINISTERIO JUVENIL
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Hay artículos por Lucas Leys, Marcos Vidal, Félix Ortiz y Alfonso Ropero, entre otros. ¡Ah!, A propósito, yo tuve la oportunidad de escribir el informe central.
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Este es un espacio para que las mentes al límite compartan ideas, pensamientos, puntos de partida y experiencias desde una perspectiva cristiana.
¿Sigue hablando Dios el día de hoy?
Publicado en la Biblia para el Líder Juvenil
Una famosa calcomanía de hace unos años decía “Dios existe. Yo hablé con Él
esta mañana”. Como eslogan era muy bonito y motivador. Sin embargo, pocas
personas, si es que acaso había alguna, pretendían decir que habían entablado
un diálogo directo con el Señor. Y entonces, ¿qué queremos decir cuando
afirmamos que cada creyente habla con Dios y que, a su vez, éste le habla al
cristiano? ¿Tiene algo que decir el Señor ante las decisiones, los dilemas y
los problemas de la vida diaria de cada uno de nosotros? En ese sentido, hay
por lo menos tres maneras posibles de contestar. La primera es que Dios ya
habló en la Biblia, por lo tanto, no es necesaria ninguna otra guía. Los creyentes
que sostienen esta opinión están preocupados por mantener y defender la autoridad
de la Palabra de Dios. Su criterio es que, fuera de la Escritura, no se debería
buscar otra guía u orientación para la vida diaria. Aunque esta postura exalta
la autoridad de la Biblia y eso siempre es admirable, la verdad es que es poco
realista. Prácticamente todos los cristianos, incluyendo a los de esta opinión,
afirman que tienen una relación con Dios, la cual, por definición, es dinámica
e implica una comunicación constante con el Señor. Por otro lado, ¿cómo pueden
explicar las oraciones contestadas o la guía del Espíritu Santo, la cual Jesús
prometió a sus seguidores (Jn. 14:26)?
La segunda manera de
contestar la pregunta es que el Señor da nuevas revelaciones que están al nivel
de la Biblia o la complementan. Quienes sostienen esta postura insisten en que,
ya que Dios “es el mismo ayer y hoy y por los siglos” (Heb. 13:8), entonces si
le habló directamente a Moisés, asimismo le puede hablar a un líder, pastor o
creyente de hoy. De hecho, esta práctica suena muy espiritual y da la idea de
que es posible llegar a un nivel élite de relación con Dios. Incluso, estos
creyentes están dispuestos a seguir una revelación sobrenatural aunque
contradiga las enseñanzas de la Biblia. Si hemos de ser honestos, esta postura
ha llevado a muchas iglesias e individuos por el camino del error y la
manipulación maliciosa. Estos hermanos olvidan el principio de Dt. 13:1-3, que
enseña que, si alguien hace una señal o milagro, pero enseña que hay que seguir
a dioses falsos, no se debe prestar atención a ese profeta. En este sentido,
debemos decir que ninguna revelación o idea se puede colocar al nivel de la
Sagrada Escritura.
La tercera manera de
contestar la pregunta es que el Señor sí se comunica el día de hoy, pero a
través de la Biblia y también utilizando otros medios, los cuales deben ser
juzgados y sometidos a la autoridad final y absoluta de la Palabra de Dios.
Según esta opinión, entonces, la Biblia es la revelación de Dios que nos
muestra la máxima revelación de Dios:
Jesucristo. En efecto, Heb. 1:1-3 habla de los medios variados que Dios utilizó
para hablar en el pasado, solamente para afirmar que ahora habla por medio de
su Hijo, el cual es el resplandor de su gloria y la fiel imagen de quién es Él
(Heb. 1:2). ¿Puede haber revelación más completa y sublime? En otras palabras,
la Biblia es la más confiable revelación de Dios; sabemos que viene de Él. Los
demás medios, tales como la guía del Espíritu Santo, los consejos de hermanos o
líderes maduros o aun las circunstancias que rodean determinado evento o decisión,
deben estar ajustados a los principios eternos de la Escritura, ya que Dios no
se contradice nunca. Así, entonces, la supuesta revelación de que alguien debe
tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, debe ser rechazada sin hacer
más preguntas. En resumen, se aconseja aferrarse con todo el corazón en la
Escritura y, con cautela y sabiduría, dejarse guiar por el Señor, el cual desea
hacernos saber su Voluntad para que nosotros la sigamos con fidelidad.
Los líderes son más culpables (Miqueas 3)
Publicado en
"El Encuentro con Dios"
Unión Bíblica
Miqueas 3
1 Entonces dije: «Escuchen, gobernantes de Jacob, autoridades del
pueblo de Israel: Acaso no les corresponde a ustedes conocer el derecho? 2
Ustedes odian el bien y aman el mal; a mi pueblo le arrancan la piel del cuerpo
y la carne de los huesos; 3 ustedes se devoran a mi pueblo, le
arrancan la piel, le rompen los huesos; lo descuartizan como carne para la
olla, como carne para el horno.» 4 Ya le pedirán auxilio al Señor, pero él no les responderá;
esconderá de ellos su rostro porque hicieron lo malo. 5 Esto es lo
que dice el Señor contra ustedes,
profetas que descarrían a mi pueblo: «Con el estómago lleno, invitan a la paz;
con el vientre vacío, declaran la guerra. 6 Por tanto, tendrán
noches sin visiones, oscuridad sin presagios.» El sol se ocultará de estos
profetas; ¡el día se les volverá tinieblas! 7 Los videntes quedarán
en vergüenza; los adivinos serán humillados. Dios les tapará la boca, pues no
les dará respuesta. 8 Yo, en cambio, estoy lleno de poder, lleno del
Espíritu del Señor, y lleno de
justicia y de fuerza, para echarle en cara a Jacob su delito; para reprocharle
a Israel su pecado. 9 Escuchen esto ustedes, gobernantes del pueblo
de Jacob, y autoridades del reino de Israel, que abominan la justicia y tuercen
el derecho, 10 que edifican a Sión con sangre y a Jerusalén con
injusticia. 11 Sus gobernantes juzgan por soborno, sus sacerdotes
instruyen por paga, y sus profetas predicen por dinero; para colmo, se apoyan
en el Señor, diciendo: «¿No está
el Señor entre nosotros? ¡No
vendrá sobre nosotros ningún mal!» 12 Por lo tanto, por culpa de
ustedes Sión será como un campo arado; Jerusalén quedará en ruinas, y el monte
del templo se volverá un matorral.
Vivimos en una época fascinada por los
líderes y el liderazgo. Los vemos como hombres y mujeres carismáticos que
utilizan el poder para dirigir grupos, sociedades y naciones. Sí; las
posiciones de poder resultan atrayentes para muchos, sobre todo porque se ha
llegado a pensar en que es normal usar los cargos para beneficiarse. El pasaje
de hoy coloca a los líderes en una posición de mayor responsabilidad por el
pecado que el resto de las personas. Todos son culpables, pero el Señor acusa
frontalmente a aquellos que por su autoridad tenían la obligación de ser modelos
para los demás.
Los gobernantes y los profetas de
Israel muestran señales absolutamente contrarias a sus responsabilidades. Ellos
deberían ser los que imparten justicia a los oprimidos, los que prestan ayuda a
los necesitados y que instruyen al pueblo. Sin embargo, ellos hacen lo
contrario. Los líderes políticos utilizan los privilegios que les dan sus
cargos para, a través de corrupción y robo descarado, alimentar su codicia cada
vez mayor, sin importarles el daño que estas acciones producen a los demás. Los
líderes religiosos, por su parte, no se quedan atrás. En lugar de guiar al
pueblo con sabiduría, lo hacen errar, utilizando sus palabras para su egoísta
conveniencia o para condenar a aquellos que los adversan. Los responsables de
la buena marcha de las personas, se aprovechan de ellas. Estas palabras
resuenan más fuerte en situaciones de corrupción e ilegalidad que tanto abundan
en estos días. ¡Qué vergüenza!
La denuncia es clara y la sentencia
es final. El Señor va a actuar de manera pública en contra de estos líderes
malvados. No les responderá a los gobernantes cuando ellos clamen al Señor. A
los profetas corruptos se les vendrá la noche, en lugar de que ellos sirvan de
luz y guía para el pueblo. Por supuesto, en el resto del libro, Dios ha acusado
a todo el pueblo por los pecados contra él y contra el prójimo. Sin embargo, un
juicio especial está reservado en contra de aquellos dirigentes que, abandonan
su responsabilidad y utilizan su oficio para fines egoístas.
¿Cómo usamos los privilegios que da
el liderazgo? ¿Somos buenos ejemplos o dejamos que la codicia distorsione
nuestra labor? ¿Denuncias a los malos líderes o callas de manera cómplice?
Oración
Señor, si me colocas en puestos de
autoridad, hazme entender la doble responsabilidad de un líder y ayúdame a ser
una influencia positiva a favor de aquellos que están bajo mi dirección.
¿Cuál es la contraseña para obtener todo el poder de Jesús?
Publicado en "Líder Juvenil"
www.liderjuvenil.com
“¡En el nombre de Jesús reclamo…!” “¡Te ordeno en el nombre de Cristo…!”. Frases
como esta parecen ser el símbolo de una iglesia triunfadora y llena de poder
del Señor. Es como que si para acceder al poderío de Cristo deberíamos utilizar
frases plenas de seguridad y hasta un poco de arrogancia, reflejando la
autoridad que poseemos los hijos del Rey. Si hemos de ser honestos, todos en
algún momento quisiéramos poseer esta capacidad para echar mano de la infinita potencia
de Dios para transformar una indeseada y complicada realidad. En esta ocasión
quisiera llevarte a evaluar, reconsiderar e incluso a desvirtuar varias de esas
“claves secretas” comúnmente utilizadas para poner al alcance del creyente
común el poder de Jesús.
El Nombre de Jesús
Todos sabemos que el
Nombre de Jesús es poderoso. Jesús mismo prometió que “en mi nombre echarán
fuera demonios” y otros milagros. Es más, ¿quién no sabe que la oración debe
hacerse “en el nombre de Jesús? ¿No es, entonces, el “nombre de Jesús” una
contraseña segura para acceder al poder de Cristo? Considera las siguientes
observaciones:
Primero, en la cultura judía, el “nombre” era más
que solo una manera de llamar a las personas. El nombre significaba la persona
misma. Así, por ejemplo, cuando el Antiguo Testamento nos llama a “bendecir el
nombre de Jehová” (Sal. 96:2), a “invocar su nombre” (Sal. 116:4) o a
“engrandecer el nombre de Jehová” (1 Cr. 17:24), simplemente nos está invitando
a hacer esas actividades con Dios mismo; no con su “nombre”. En otras palabras,
invocar el “nombre del Señor” significa, sencillamente, invocar al Señor y
“engrandecer su nombre”, significa engrandecerlo a Él.
Segundo, cuando Jesús afirmó que había que orar
“en su nombre” (Jn. 14:14; 16:24) o que los creyentes “en mi nombre echarán
fuera demonios” o incluso, cuando el Nuevo Testamento dice que “en el nombre de
Jesús se doble toda rodilla” (Fil 2:10), lo hace pensando en la persona de Jesús mismo y no tanto en las
cinco letras (J-E-S-U-S) de su nombre. Así, entonces, orar “en el nombre de
Jesús” no significa solo repetir el nombre como una especie de rezo mágico que
va a desatar las bendiciones de lo alto. Significa orar sabiendo que somos
representantes de Aquel que es digno de toda honra. Es como orar como que si
Jesús mismo estuviera orando. Asimismo, cuando toda rodilla se doble ante el
nombre de Jesús, no significa que se arrodillarán ante un gigantesco cartel que
en letras luminosas anuncie un nombre, sino que todas las criaturas del
universo reconocerán la majestad y superioridad de la persona de Jesús. Quiere
decir, entonces, que el nombre de Jesús no es una contraseña para acceder a su
poder, sino que representa al mismo Salvador y Señor.
La sangre de Jesús
Una frase muy popular en las iglesias de hoy,
sobre todo en medio de tanta inseguridad, es “que la sangre de Cristo nos
cubra”. La sangre de Cristo es una de las “contraseñas” más habituales, y
supuestamente más efectivas, para acceder al poder del Señor. Sin embargo,
considera lo siguiente:
Primero, la sangre de
Jesús es sangre regular como la de cualquier ser humano. “¿Cómo puedes decir
eso?”, quizá dirían algunos de ustedes. Pues sí. Si no fuera sangre común y
corriente, entonces el sacrificio de Jesús no hubiese sido el de un auténtico ser
humano y, según Anselmo, el famoso teólogo medieval, no sería posible aplicar
los méritos de ese sacrificio a seres humanos. Si de alguna manera obtuviéramos
un poco de sangre auténtica de Cristo, no tendríamos una fuente de poder
mágico. Simplemente sería sangre humana. El poder de la sangre de Cristo (Heb.
9:14; 1 Jn. 1:7) no está en la sangre como elemento físico.
Segundo, cuando la Biblia
habla de la sangre de Jesús está usando una figura literaria que se llama “metonimia”,
que consiste en referirse al material de lo que está hecho algo para referirse
a ese algo. Por ejemplo, cuando decimos que “el púlpito evangélico debe
mejorar” no estamos pensando en el púlpito como mueble físico de madera o
vidrio, sino a la predicación en las iglesias locales. De la misma forma, “la
sangre de Cristo” en realidad se refiere a la muerte sacrificial de Jesús.
Cuando el Nuevo Testamento dice que la sangre de Cristo nos justifica (Rom.
5:9), nos purificará (Heb. 9:14), que nos da acceso al Padre (Heb. 10:19) o que
nos limpia de todo pecado (1 Jn. 1:7) se refiere al poder purificador y
redentor de la obra espiritual efectuada cuando Jesús murió en la cruz por
nosotros. En este sentido, no se puede acceder a los méritos del sacrificio de
Jesús repitiendo “la sangre de Jesús nos cubra” o algo así, como si fuera una
frase cabalística como “abracadabra”. Por lo tanto, podemos decir que ésta
tampoco es una contraseña secreta para desatar el poder del Señor.
Los medios verdaderos
Técnicamente, no hay
“contraseñas” o claves secretas para alcanzar el poder de Cristo. La Biblia
habla acerca de al menos cuatro hechos acerca del poder divino:
Primero, el poder es de Dios y no está a la venta
o en subasta y no es sujeto de manipulación al antojo de nadie. Solo Él es
digno “de recibir la gloria, la honra y el poder” (Ap. 4:11) y su poder es
infinito (Sal. 89:8). Simón el mago quiso comprar parte de ese poder y Pedro le
respondió “que tu dinero perezca contigo”.
Segundo, a la vez, la Palabra de Dios afirma que
Dios ha decidido compartir parte de su poder. Por ejemplo, el evangelio –las
buenas nuevas de salvación– es poder de Dios (Rom. 1:16) y Dios, usando
distintos medios, capacitó con poder a Sansón y otros líderes para hacer
portentos y hacer cumplir la Voluntad Soberana del Señor. A la vez, los
cristianos hemos recibido poder para testificar a todas las naciones acerca de
Jesús y la salvación (Hch. 1:8).
Tercero, el poder de Jesús no fue compartido con
nosotros para hiciéramos una especie de circo mediático espectacular y
sobrenatural. Aunque nuestro Dios sigue haciendo milagros y maravillas, la
Biblia dice que ese poder nos acompaña: 1) Para predicar y autenticar el
evangelio (Hch. 1:8; 4:3; Rom. 15:19); 2) Para vivir fortalecidos en la
santidad (Col. 1:10-11); 3) Para soportar los sufrimientos y dificultades (Fil.
4:13; 2 Cor. 12:9; Fil. 3:10).
Cuarto, en último caso, la forma adecuada de
recibir el poder de Jesús es poniendo nuestra fe y confianza en el sacrificio de
Jesús y depender de los méritos de esa obra redentora a nuestro favor. Este
acto se efectúa de manera decisiva en el momento de la salvación, pero debe ser
experimentado también en el día a día del creyente. Por eso, en lugar de buscar
claves secretas para obtener el poder del Señor, celebra que el poder de su
sangre (es decir, su sacrificio) y de su Nombre (es decir, la persona de Jesús)
ya están en tu vida, si eres un hijo de Dios. Luego, comienza a experimentar
ese poder a través de tu testimonio de Cristo a otras personas, de identificar
la bondad y la gracia del Señor en tu vida cotidiana y de depender del Señor a
la hora de tomar decisiones diarias, pequeñas o grandes. ¡Así accederás al
infinito poder del Señor!
¡El pueblo de Dios enfrentado con Dios! (Miqueas capítulo 2)
Publicado en "El Encuentro con Dios"
Unión Bíblica
¿Pueblo de
Dios enemigo de Dios? Parece una falsedad o al menos una exageración. Es que cada
vez es más común entre los cristianos de hoy pensar que por ser hijos de Dios,
el éxito es seguro en todo momento. Sin embargo, el pasaje de este día describe
las condiciones en las que el pueblo de Dios se coloca a sí mismo como
auténtico adversario del Señor.
Miqueas es muy específico en cuanto
a la naturaleza de los pecados del pueblo. Tanto, que parece que estas palabras
provienen de algún noticiero de nuestros países. La codicia, la corrupción, la
violencia, el latifundio y la opresión contra los pobres y desposeídos son
parte de una vergonzosa galería de impiedades que ocurrían en el seno de “mi
pueblo”. La verdad es que, muchas veces, estos pecados son percibidos solo como
consecuencia natural del sistema económico o político en que se vive. Otras
veces se exhorta a los creyentes a callar o ser indiferentes frente a esta
“realidad inevitable de la vida”. Sin embargo, el mensaje del profeta es
explícito en el sentido de que, así como estos malvados “piensan” y planean
cómo aprovecharse del prójimo (v. 1), así el Señor de los cielos “piensa” y
planea cómo será el castigo terrible por los abusos contra sus hermanos (v. 3).
El castigo será tan ejemplar que las futuras generaciones se burlarán de ellos
por haberse enfrentado al Poderoso Dios (v. 4). La sentencia es terrible, pero
justa.
La reacción de muchos es casi igualmente vergonzosa como los pecados
mismos. Dicen que si son parte del pueblo escogido, Dios no puede estar en su
contra (v. 7). A pesar de ello, el Señor mismo afirma que ellos se han colocado
como sus enemigos (v. 8). Sus falsos profetas, que predican lo que a ellos les
gusta no los salvarán. ¡Qué terrible! ¡El pueblo escogido de Dios se porta como
enemigo! Dios traerá restauración en un día glorioso, pero después de pasar por
el justo castigo del Señor. ¡Solo algunos se librarán de ese terrible juicio
divino! ¡Qué horror es verse enfrentado a Dios por la codicia!
Aplica
¿Cómo tratas a los más pobres que tú? ¿Eres culpable de estos terribles
pecados en contra del prójimo? ¿Debes arrepentirte de estos u otros pecados?
Señor, prometo que mi caminar contigo será evidente en mis relaciones de
justicia y misericordia para con el prójimo. Así mostraré que soy parte de tus
fieles.
Un libro "valioso": "Valor para vivir los valores" de Jorge Yarce
Me acabo de encontrar en Scribd este libro muy utilizado para enseñar el tema de los valores. Siendo que estamos en una época en la que se habla de una "crisis de valores", este aporte me parece muy oportuno para líderes de jóvenes, maestros, padres y todo aquel que desea saber más acerca de los valores que mueven y dirigen nuestras decisiones diarias. ¡Buen provecho con la lectura!
La verdadera tragedia
Publicado en el libro
"El Encuentro con Dios", 2013
1 Yo soy Miqueas de
Moréset. Dios me comunicó lo que pensaba hacer contra las ciudades de Samaria y
Jerusalén. Esto sucedió cuando Jotán, Ahaz y Ezequías eran reyes de Judá. Esto
es lo que Dios me dijo: 2 «¡Escúchenme bien, pueblos todos de la
tierra! ¡Préstenme atención, habitantes de este país! Yo soy el Dios de Israel
y desde mi santo templo voy a denunciar sus maldades. 3 »Ya estoy
por salir y destruiré los pequeños templos que han construido en los cerros de
este país. 4 »Cuando ponga mis pies sobre las montañas, ellas se
derretirán como la cera en el fuego, y los valles se partirán en dos, como se
parten las montañas cuando los ríos bajan por ellas. 5 »Todo esto
sucederá por la rebeldía de los israelitas, pues ya son muchos sus pecados. Los
de Israel pecaron en la ciudad de Samaria; los de Judá adoraron a otros dioses
en la ciudad de Jerusalén. 6 Por eso convertiré a Samaria en un
montón de ruinas; esparciré sus piedras por el valle y la dejaré al
descubierto. ¡Sólo servirá para plantar viñedos! 7 »Por eso haré
pedazos todos los ídolos de Samaria. Los hicieron con las monedas que ganaron
las prostitutas; ¡pues yo los fundiré en el fuego y en monedas los convertiré de
nuevo!» 8 Entonces yo dije: «Samaria y mi pueblo Judá han sido
heridos de muerte. La muerte también amenaza a Jerusalén, capital de Judá. »Por
eso lloro y estoy triste; por eso ando desnudo y descalzo; por eso chillo como
avestruz, por eso lanzo aullidos como chacal. 10 »Pero no se pongan
a llorar ni digan nada a los de Gat. Más bien retuérzanse de dolor en ese
pueblo polvoriento que se llama Polvareda. 11 »Ustedes, habitantes
de Bellavista, serán llevados como esclavos; avanzarán desnudos y avergonzados.
Habrá lágrimas en el pueblo vecino, pero los habitantes de Zaanán no saldrán en
su ayuda. 12 Los habitantes del pueblo de Amargura se quedarán
esperando ayuda, pero Dios enviará la desgracia hasta la entrada misma de
Jerusalén. 13 »Ustedes, habitantes de Laquis, ¡enganchen sus
caballos a los carros! Fue en la ciudad de ustedes donde todos nuestros males
comenzaron. Allí pecaron los israelitas, y allí pecaron los de Jerusalén. 14
Por eso tendrán que despedirse de su amado pueblo de Moréset-gat. Los
reyes de Israel serán engañados en el pueblo llamado Trampa». 15 Y
Dios dijo: «Contra ustedes, habitantes del pueblo llamado Conquista, voy a
enviar un conquistador, y aun los israelitas más valientes huirán hasta la
cueva de Adulam. 16 Habitantes de Jerusalén, ¡lloren y aféitense la
barba!, ¡lloren y córtense el cabello hasta quedar calvos como un buitre! ¡Sus
hijos queridos serán llevados a un país lejos de aquí!» Miqueas 1 (Traducción en Lenguaje Actual)
Nuestros países viven a menudo catástrofes naturales
debido a muchos factores. Así, huracanes, terremotos, inundaciones, accidentes
de automóviles y otros hechos enlutan nuestras ciudades y pueblos. Por eso les
llamamos tragedias, y cuando ocurren, todos los ciudadanos parecen ser
sensibilizados por las necesidades y sufrimiento de las víctimas.
Existe, sin
embargo, una tragedia mucho más grande y que está llenando de luto,
desesperanza y amargura nuestros hogares y nuestras ciudades: es el pecado.
Este desastre hace mucho más daño que todos los huracanes y terremotos juntos.
Arruina sueños, relaciones entre familiares y amigos, deforma la identidad de
las sociedades y las personas. Así, nuestras ciudades son verdaderos refugios
de crimen contra uno mismo, contra el prójimo y contra el ambiente. No
obstante, es interesante y trágico que, a diferencia de los desastres
naturales, tenemos la tendencia a minimizar o aun a ignorar los fatídicos
efectos del pecado, la rebeldía y la desobediencia en general, y específicamente
contra Dios.
En realidad, en último caso, la fuente
de nuestra situación como raza humana es precisamente nuestra pecaminosidad.
Por ello, cuando el Señor se refiere al pecado en su Santa Palabra lo hace con
una nota de gravedad que debe calar hondo en las conciencias de todos aquellos
que leemos estas solemnes palabras. Dios se revela saliendo de su santo templo,
mostrando su arrasadora majestad y siendo un testigo formal contra las ciudades
que han emprendido un estilo de vida idólatra, egoísta, hedonista e
independiente del Señor de los cielos. ¡Qué grave es la rebeldía!
Al ser confrontados con nuestro pecado
y las decisiones rebeldes y desobedientes que hemos tomado, la actitud más
sensata es lamentarnos, arrepentirnos y hacer luto en humillación ante la
santidad del Señor. Solamente si estamos dispuestos a gemir y retornar al buen
camino podremos enfrentar adecuadamente las tragedias provocadas por el pecado.
¡Cuántas lágrimas! ¡Cuánto dolor! ¡Cuánta frustración provoca esta tragedia!
¿Cómo ves tu pecado? ¿Eres de los que
se justifica o de los que llora por la rebelión contra Dios? ¿Cuál crees que
debe ser tu actitud hoy ante tu pecado y sus consecuencias?
Señor, hoy me humillo ante ti y me comprometo a abandonar
mi trágica situación de pecado.
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